lunes, 26 de noviembre de 2012

Elecciones catalanas - Hala, y ahora gobierna

Ya sabéis que la Gacetilla se precia de lanzarse a hacer previsiones con heróico arrojo, y que es rara la ocasión en la cual decidimos no mojarnos.  Bueno, pues como puede que recordéis, las elecciones catalanas fueron una de esas ocasiones.  En el artículo que dedicamos a ese asunto hace 2 meses, nos limitamos a decir:  "Al contrario de nuestra norma, en esta ocasión no vamos a hacer pronósticos sobre como acabará la gloriosa epopeya independentista de Mas".

Ya nos parecía a nosotros que no nos convenía mojarnos, porque la publicación de los resultados de las elecciones catalanas nos ha sorprendido enormemente.  No esperábamos ni remotamente que el resultado de CiU fuera tan malo como finalmente resultó (ni nosotros ni nadie, vaya).

Independentismo oportunista

Ha sido alucinante.  Aunque no lo hayamos publicado, reconocemos que, cuando el president de la Generalitat, Artur Mas, convocó elecciones y centró la campaña en la cuestión independentista, nos pareció una jugada maestra, políticamente hablando (porque en sentido económico, la independencia catalana nos parece un error de marca mayor).

Como sabéis, España se jugó su quiebra financiera durante el mes de Octubre.  Esto era evidente para los mercados, lo cual propició una oleada de especulación contra la deuda del país. También debía serlo para Mas, que decidió meterse en su propia especulación política, apostando a que una posible quiebra financiera de España provocaría una reacción en cadena que podría impulsar la opción independentista.  Así, transformó la Diada en una jornada de reclamación de independencia, coronada por una manifestación de 60 millones de leales súbditos (según los organizadores).

Houston, tenemos un problema

Sin embargo, ya en la segunda mitad de Septiembre, empezó a parecer que finalmente España no quebraría después de todo (¡se siente, Artur!).

Además, se hizo evidente que Mas había cometido un error de cálculo grosero, ya que la independencia unilateral catalana no sería bien acogida por la Unión Europea.  La principal razón para ello es que una jugada unilateral podría introducir inestabilidad en la deuda estatal española y, lo que es peor, indirectamente también en la italiana, que es 2,5 veces mayor.  Mas debería haber previsto eso, pero no lo hizo.

Demasiado tarde para maniobrar el Titanic

Por otro lado, sin embargo, a esas alturas las encuestas previas a las elecciones gallegas y vascas mostraban la gravedad cuasi terminal del estado del PSOE, a quien la gentión preclara de José Luis Rodríguez Zapatero ha dejado en proceso de implosión estructural.  Tanto es así, que la imagen de enfermo terminal del PASOK griego (por no hablar del espectro de ultratumba del extinto PSI italiano) hacen que los líderes del PSOE se despierten sudando a media noche.

ERC también parecía débil.  Había sido víctima de fracturas y disensiones, con la impagable ayuda del ex-presidente del FC Barcelona, Joan Laporta.  Laporta se había empeñado años atrás en trasladar a la política el faranduleo egocéntrico propio de divas del bel canto, que predomina en el fútbol, pero su visionaria búsqueda del liderazgo fue una catástrofe para los independentistas, que sufrieron una pelea interna tras otra.

Así las cosas, Mas actuó como nos pareció que iba a hacer, y decidió seguir adelante con su propuesta independentista a pesar de todo.  Según os dijimos en nuestro artículo de esos días, "Mas ya no puede parar la bola de nieve que ha creado sin hacer el ridículo más espantoso.  (...)  La probabilidad de que se apee de su tesis independentista antes de las elecciones es prácticamente nula".

Un ojo morado

Bueno, pues como os decíamos, podíamos prever que Mas seguiría adelante con lo suyo, pero menos mal que decidimos no hacer pronósticos sobre qué resultado obtendría.  Porque ayer vimos que esos resultados fueron contra todo pronóstico:  a pesar de que votaron 500.000 personas más que en las elecciones anteriores, su partido perdió 86.000 votos y 12 escaños.  Menudo chasco.

ERC, sin embargo, fue de miedo:  ganó 268.000 votos más, que en su caso significa duplicar ampliamente su resultado anterior, dar por zanjadas sus múltiples crisis internas y, con toda probabilidad, aspirar a convertirse en el socio indispensable de CiU en el gobierno de la Generalitat.

El PSC, sin embargo, se estrelló como estaba previsto y se quedó en el 14% del voto, una cifra desazonadoramente parecida al 12% que saca el PASOK en Grecia.  Y pensad como están las cosas dentro del partido porque a pesar que que se trata de los peores resultados de su historia (con mucho), su líder Pere Navarro compareció ante los medios congratulándose, porque a pesar de todo las cifras eran mejores de lo previsto.  ¡Caray!

Nada es gratis

Estos resultados encierran, sin duda, una importante lección política.  Tras años de haber apoyado la narrativa política independentista, ya sea mediante la erradicación de la educación en castellano de las escuelas públicas de Cataluña, o la permanente denuncia de menosabo fiscal en el trato con el resto de España, ambos partidos han conseguido exitosamente arrinconar al PP (13% del voto), pero a costa de reforzar a ERC.

En el caso de CiU, esto le va a forzar a tener que gobernar con ERC, un partido populista que se posiciona en contra de los recortes, pero que no explica qué debe hacer la Generalitat para recabar los ingresos adicionales que serían necesarios para evitarlos.  Pues buena suerte.

Pero en el caso del PSOE, es todavía peor.  Para empezar, la necesidad de justificar su propia actuación reciente al frente de la Generalitat (incluyendo el cobro de multas a los comerciantes que no aceptasen la rotulación obligatoria en catalán), ha impedido que el partido definiera su postura nada menos que sobre la independencia de Cataluña, incluso cuando ya era evidente que se trataba del principal punto del debate electoral.

Cuando era requerido sobre este asunto durante la campaña, el PSC defendió el "federalismo", un concepto borroso, que se explicó a la ciudadanía como "el derecho de los que todos menos unidad más que los sin embargo pero de lo cual donde y más adelante pueblo" (o algo parecido).  Nadie entendió nada, y a todos nos pareció que se lo estaban inventando sobre la marcha.

Incluso así, lo que sí fue muy evidente fue la incapacidad del PSC de ponerse de acuerdo con el PSOE sobre este asunto.  Eso ha limitado su capacidad de recibir apoyo a una comunidad de nostálgicos en peligrosa caída libre.

Una vez pasadas las elecciones, tiene el PSOE 2 años sin elecciones para resolver su desastre interno (incluyendo aclarar qué propone respecto a la independencia catalana, si fuera posible).  A ver qué hacen.

Disipando la polvareda

Bien, pues hechos los análisis, llegamos ahora a la parte que más gusta a niños y niñas:  los pronósticos (esta vez sí los haremos).

El primer pronóstico ya lo adelantamos más arriba:  CiU gobernará con ERC.

En teoría, CiU podría optar por no pactar con nadie, y hacer acuerdos puntuales como hasta ahora.  Sin embargo, su apuesta por la indepenciencia va a hacer que en esta legislatura que se abre, va a tener una oposición mucho más beligerante que en la anterior.

Para empezar, la reacción de los electores que se oponen a la independencia (y que están perplejos ante el pasteleo del PSC) ha aupado a otro partido no nacionalista, Ciutadans, que no muestra dudas sobre donde residen sus aspiraciones nacionales.  Ha obtenido 169.000 votos más que en las elecciones anteriores, más que duplicando sus resultados de las anteriores.

Si la progresión parece similar a la de la siempre bien financiada ERC (al igual que CiU y el PSC, nunca parece faltarles financiación electoral, hay que ver qué bien se llevan entre ellos en este sentido), el resultado es mucho más meritorio porque Cs ha gastado únicamente 200.000 EUR en la campaña completa (¡menos de 1 EUR por voto, inaudito!), y no ha tenido apoyo mediático alguno.

Bueno, pues Albert Rivera, líder de Cs, ya ha anunciado que, para empezar, promoverá (en su modestia, porque solo cuenta con 9 escaños en un parlamento de 135) una moción de censura contra Artur Mas, que en opinión de Rivera debe dimitir tras el fiasco independentista.  Si sa moción obtiene algún apoyo (del PP o del partido izquierdista ICV), forzará a los partidos a definirse rápidamente en relación con su apoyo a Mas, incluso si la censura finalmente no llegase a prosperar.  Por lo tanto, Mas deberá buscarse aliados rápidamente.

Matemáticamente, dichos aliados podrían ser ERC, el PSC o el PP.

El PP, sin embargo, ha tenido la cintura (se ve que van espabilando) de anunciar ya que no apoyará a Mas, o sea que uno menos.

Para el PSC, apoyar a Mas equivaldría a hacerse un harakiri político.  Puesto que Mas insiste en promover su consulta independentista, el PSC tendría que desgastarse apoyando inevitables pero impopulares recortes, y luego ver como encaja su electorado que CiU se vaya con ERC en relación a las consultas.  Eso por no hablar del coste político que tendría cualquier eventual apoyo que el PSC se vea obligado a prestar en caso de que se agraven las acusaciones contra Mas por corrupción.

Y eso no es lo peor, sino que inmediatamente, el PSC quedaría englobado con CiU y ERC en una suerte de "tripartito" gubernamental, dejando al PP el papel de líder de la oposición en Cataluña, con su correspondiente rentabilidad política.  De modo que, en nuestra opinión, antes que apoyar a Mas, más vale al PSC tirar la toalla directamente y autodisolverse.  Harakiri total, vamos.

Gobernando con el Barón Münchhausen

Lo cual deja a CiU con ERC.  Aunque en ERC todavía están convalecientes de la resaca tras la borrachera postelectoral de ayer, y no tienen muy claro qué van a hacer con CiU, ya os lo adelantamos nosotros:  un desastre económico.

Para empezar, ERC ya tiene experiencia en quebrar la Generalitat, porque lo hicieron perfectamente durante la legislatura en que gobernaron con el PSC.  No tenéis más que recordar el caso del famoso "bono patriótico" que lanzaron justo antes de salir del gobierno, que resultó tan difícil de pagar cuando venció, al año siguiente (cuando ya gobernaba Mas), que la Generalitat terminó por impagar/pagar parcialmente/retrasar la paga extra de Navidad de sus funcionarios en 2011.

En segundo lugar, la narrativa electoral populista de ERC se limita a culpar a los demás de todo (al resto de España, por supuesto, pero también a los banqueros, empresarios, mossos d'esquadra y mimos callejeros) sin proponer más que grandes remedios, tales como salir de España, nacionalizar la banca o introducir la guillotina.  Pues con estos tiene que gobernar Mas.

Así las cosas, ya os podréis imaginar el resultado del pastel para Cataluña.  Sujeta a un gobierno que hará todo que pueda por deteriorar su imagen en el resto de España, e incapaz de poner su propia casa en orden económicamente, la comunidad autónoma pasará inevitablemente por unos años algo peores de lo que habría correspondido.

En fin, qué le vamos a hacer.  El derecho de cometer errores es inherente a la democracia.  Pues ya está.  Ahora, a disfrutarlo plenamente.

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