En 1940, el largometraje animado Fantasía se propuso llevar el cine de animación comercial un paso más allá de la simple comedia infantil. En una de sus escenas, Mickey Mouse debe enfrentarse a una situación de pesadilla, cuando intenta detener una escoba mágica descontrolada destrozándola a hachazos, pero solo consigue que cada astilla se transforme en una nueva escoba, igual a la anterior. Las elecciones al Parlamento Europeo, celebradas el pasado Domingo 25 de Mayo, nos han dejado una sensación parecida a la que sentía ese desdichado ratón.
Los comentaristas políticos han observado que el PP ganó las elecciones, y luego han pasado a citar la desafección de los votantes (abstención plusmarquista), el castigo a los partidos principales (no han alcanzado siquiera la mayoría del voto entre ellos), y la emergencia de nuevas opciones políticas (han sido nada menos que 10 los partidos que han alcanzado representación europea). Nosotros, sin embargo, hacemos una lectura mucho más dura.
El último gobierno izquierdista que tuvo España arruinó al país. Asistió complacientemente a una explosión de crédito bancario, que se triplicó entre 2004 y 2007, y que causó una burbuja inmobiliaria de dimensiones bíblicas, mientras el Gobernador socialista del Banco de España decía que todo iba bien. La crisis desatada por la implosión de esa burbuja provocó 6 años de destrucción de empleo, durante los cuales se perdieron 3 millones de puestos de trabajo y una recesión sin precedentes en muchas décadas.
Ahora que bajo un nuevo gobierno, del PP, la crisis ha terminado y se crea empleo nuevamente (200.000 puestos entre Abril de 2013 y Abril de 2014), cabría esperar que los votantes deseasen mantener el rumbo político y económico al menos el tiempo necesario para que cicatricen las heridas sufridas.
Pues cabría esperarlo, pero la evidencia demuestra que no es así. En nuestra lectura, la derecha ha obtenido el 31% del voto (26% PP, 3% Cs y 2% Vox). Por el contrario, la izquierda cobró el 47% del voto, porque el PSOE obtuvo el 23%, Izquierda Plural el 10%, Podemos el 8% y UPyD el 6% (recordad que UPyD no deja de ser una escisión del PSOE). Finalmente, los nacionalistas (coaligados con algunos comparsas como invitados irrelevantes) han alcanzado el 13% del voto, con CiU + PNV el 5%, ERC el 4%, Sortu el 2% y Compromís (que básicamente es la filial de CiU en la Comunidad Valenciana) el 2%.
¿Como creéis que quedaría un gobierno si estos resultados se reprodujesen en las elecciones generales?
Política ficción
Pues no hace falta que especuléis mucho tiempo, porque ya os lo vamos a aclarar. Se formaría un gobierno tripartito PSOE / Izquierda Plural / Podemos, con el 41% del voto, que pactaría la mitad de sus leyes con UPyD, y la otra mitad con los nacionalistas. Dentro del gobierno, el PSOE tendría la mitad del peso, mientras que IU y Podemos se repartirían la otra mitad (fraternalmente, porque se llevan de miedo).
Pero sigamos. ¿Quienes os parece que serían las personas clave en ese gobierno?
Pues habría que empezar por el PSOE, a quien probablemente se dejaría la Presidencia del Gobierno. Así pues podría ser Presidenta Carme Chacón, cuyo paso por el Ministerio de Defensa se recuerda por ser mujer y estar embarazada, 2 virtudes claves a la hora de evitar que España se meta en otra crisis. O también podría ser Eduardo Madina, licenciado en Historia que nunca ha tenido un trabajo normal, sino que solo ha sido político de pasillo toda su vida. También podría ser Susana Díaz, avalada por los 10 años que tardó en acabar la carrera de Derecho (que se debe hacer en 5, si se estudia antes de los exámenes), y por su extensa experiencia de 8 meses al frente de la Junta de Andalucía, durante los cuales sin duda han destacado exitosamente las recetas que nos evitarán otra crisis (ya nos dirán cuales son).
En realidad, da un poco igual quien mande en el PSOE, porque en un gobierno compartido al 50% con Izquierda Plural y Podemos, está claro cual será su perfil básico: el de mandado de lo que digan los 2 partidos pequeños.
¿Y quien está al frente de dichos partidos? Por un lado Cayo Lara, militante comunista cuyo referente en economía es una mezcla de ejemplos tan prometedores como Cuba, Venezuela y Corea del Norte.
Y por otro, Pablo Iglesias, telegénico líder del Podemos, quien va un paso más allá y declara abiertamente su intención de liquidar las perspectivas económicas de los mejores profesionales del país, por la vía de recortarles el salario hasta un máximo establecido por... él mismo, como no. Toda una promesa para garantizar que se eleve rápidamente tanto el volumen como la calidad de la exportación española de cerebros al extranjero (lo más lejos posible).
Ah, pero eso no es todo. Además, Iglesias quiere rebajar la edad de jubilación desde los 67 hasta los 60 años, de forma que aumentará la población jubilada desde 9 hasta 12 millones de personas, reduciendo simultáneamente la población empleada desde 16 hasta 13 millones de personas. En otras palabras, habrá 1 jubilado por cada persona que trabaje.
Iglesias, que no ha trabajado nunca en el sector privado, ni tiene particulares cualificaciones como economista (de hecho, no tiene ninguna), considera que los 3 millones de jubilados adicionales serían sustituidos por otros tantos parados. No queda claro como espera que un albañil parado de 38 años de Úbeda (hay bastantes albañiles en paro en Andalucía), sustituya a un médico oftalmólogo de 62 años de Madrid (no hay tantos médicos en paro en Madrid), pero seguro que Iglesias en más que capaz de defender su tesis en cualquier tertulia televisiva de 30 minutos. Que luego se deje operar las córneas por nuestro amigo el de Úbeda ya es muy distinto.
Fenomenal, pues ya tenemos a un inexperto mangoneado del PSOE supuestamente al frente del Gobierno, flanqueado por 2 crecidos ultraizquierdistas: un comunista ávido de trasladar su luz al país necesitado de iluminación marxista-leninista, y un telegénico paridor de innovadoras recetas económicas, estupendas para acompañar los txatos de vino en cualquier herriko taberna (hay que ver cuantos millonarios han dado las herriko tabernas). Genial.
A ver qué se nos ocurre
Y entonces ¿cual sería el programa político de este maravilloso gobierno? Pues atención, que aquí llega lo mejor.
Así, a huevo, el coste del plan de reducción de la edad de jubilación 7 años sería de unos 36.000 MEUR, es decir, el 3,6% del PIB. Simultáneamente, la caída de recaudación por las jubilaciones en masa y el adviento del salario máximo, podría ser de un importe similar. Por lo tanto, el coste de esta medida sería de alrededor del 7% del PIB. Naturalmente, no se aplicaría inmediatamente, sino a lo largo de, digamos, unos 5 años. Eso asegura que el déficit subirá el 1,2% del PIB cada año. Puesto que este año estará alrededor del 6%, eso nos llevaría a un déficit del 13% del PIB en 2019. Qué bien.
Pero no es lo único, porque el tándem Iglesias-Lara tiene muchísimas más ideas sobre como gastar dinero público. Y no solo eso, sino que además competirían uno con otro para ver quien roba protagonismo al vecino lanzando la más espectacular de todas. Como los mercados no son tontos, al día siguiente de llegar estos amiguetes 2 al gobierno, nadie prestaría a España, la prima de riesgo volvería a ponerse en las nubes, y volvería el espectro del rescate europeo.
Vete a la scheisse
¿Pero qué rescate ni qué narices? Porque quien tendría que rescatar a España sería principalmente Alemania, y aquí nosotros vemos 2 problemillas. El primero es que convencer a los alemanes para que usen su dinero en rescatar a un país que se jubila a los 60, mientras que ellos siguen trabajando hasta los 67, no iba a ser políticamente sencillo (hay que valorar la posibilidad de que los alemanes mandasen a Iglesias directamente a la “scheisse”). Pero el segundo es que además, Iglesias y Lara, Lara e Iglesias, han tenido mucho cuidado de insultar a la Canciller alemana, Angela Merkel, cada vez que han podido. Y como se sabe, la forma más sencilla de conseguir que alguien te ayude en política es insultándole.
En fin, tal vez hayáis podido leer entre líneas nuestra fina ironía, pero no creemos que Alemania nos viniese a rescatar. ¿Sería esto un problema?
¡En absoluto! De hecho, tanto Lara como Iglesias se posicionan abiertamente contra el Euro. Tanto mejor, porque España sería expulsada del Euro abruptamente con una patada en el culo, lo cual forzaría al país a establecer provisionalmente un corralito (¡que suerte, un corralito como en Argentina!), a reintroducir la peseta, y a devaluar esta última inmediatamente de forma dramática. Aquellos de vosotros que queráis refrescaros sobre como se pasa desde la expulsión del Euro hasta el corralito, podéis leer como lo describíamos en un artículo de 2011 (aunque en aquella ocasión era para decir que a Grecia esto no le iba a pasar).
Lo mejor de reeditar la peseta y devaluarla inmediatamente, es que de forma igualmente inmediata se desataría una inflación galopante. De nuevo, aquí el caso de Argentina proporciona al tándem Lara-Iglesias una receta probada sobre como reaccionar en ese caso: falseando las estadísticas, para evitar que digan que la inflación está en el 25%. No hay como tomar ejemplo de Argentina para triunfar en economía.
Sospechosos habituales
¿Y la población, entre tanto? Pues igual que sucedió con Zapatero, la población estaría disfrutando del gobierno elegido por ellos mismos. Con sus ahorros en un corralito, sus sueldos en pesetas por debajo de los de Portugal (que seguirían en Euros), y encima erosionándose con un 25% de inflación anual, estarían enormemente agradecidos al gobierno tripartito PSOE / Izquierda Plural / Podemos.
Pero no habría problema, que de nuevo hay soluciones: el gobierno tendría entonces a su disposición el poder hipnótico de la televisión. Apareciendo en La Noria de Telecinco, miméticamente emparedado entre un proxeneta transexual metido a crítico de cine, y un concertista de flauta con formación en el Metro metido a profesor estrella de yoga, el gobierno podría colocar al Director General del Tesoro, explicando que la nueva crisis económica es toda culpa de los obispos, los aviesos neo-cons americanos y... como no, la pérfida Angela Merkel. Así, los votantes airados podrían quemar un par de catedrales y la embajada de Alemania, y problema resuelto.
Eso por el lado de la economía, de la política exterior y, aunque sea de rebote, la religión. ¿Y el resto de las políticas? ¿Qué pasaría con Cataluña, por ejemplo?
Cataluña mon amour
Bueno pues... ¿es una pregunta trampa o qué? Cataluña, por supuesto, negociaría su independencia, de aplicación inmediata. Por supuesto también, las empresas catalanas seguirían manteniendo sus lucrativas concesiones en España tanto en autopistas (Abertis), como en gas y electricidad (Gas Natural), y se reimplantaría un arancel conjunto, de modo que en Ex-España no se pudiera comprar Nesquik ni coches Volkswagen, sino que todo el mundo tuviera que comprar Cola-Cao catalán y coches SEAT hechos en Martorell. Ah, y cada solsticio de verano, se entregarían 20 doncellas españolas para que los sumos sacerdotes de Esquerra Republicana pudiesen despeñarlas por un acantilado ceremonialmente, en desagravio por 300 años de opresión del pobre al rico.
Y si os lo estábais preguntando, el Barcelona no solo tendría derecho a seguir participando en la Liga española, sino que tendría garantizado jugar con 14 jugadores para compensar la deuda histórica del fútbol español con Cataluña.
Bueno, reconocemos que nos hemos dejado llevar con el pitorreo. En realidad, cuando se trata de defender los derechos de España y de los españoles frente a los independentistas catalanes, sabemos que nadie lo haría de manera más decidida, ni con más garantías de éxito que una combinación entre el PSOE e Izquierda Plural. No dejéis que el hecho de que ninguno de ambos partidos se presente en Cataluña, y que ambos votasen a favor del último Estatut (sí, ese que obligaba al Estado a invertir más en Cataluña que en el resto de España, y que luego resultó ser inconstitucional), os lleve a sacar conclusiones precipitadas.
En fin, ya veis. Ahora un poco más en serio, lo que ha sucedido el 25 de Mayo es mucho más grave de lo que se está considerando. Muchos comentaristas argumentan que el electorado no vota igual en unas elecciones europeas de lo que lo haría en unas generales, pero eso es flaco consuelo. Lo cierto es que la izquierda ha sacado muchos más votos que la derecha, y que si esa tendencia se confirma aunque solo sea parcialmente, tendremos un gobierno tripartito de izquierdas.
Poniendo puntos sobre las íes
Para decirlo claramente, desde el punto de vista de la economía, un gobierno de izquierdas puede ser excelente (véase el de Brasil, o el de Suecia), y uno de derechas puede fácilmente ser un completo desastre (los años '70 nos dejaron todo un rosario de dictaduras hispanoamericanas para elegir cual causó más daño económico). La experiencia demuestra que en cuestión de gestión no influye la ideología, sino la competencia de las personas. Eso es lo que nos preocupa.
La caída del voto del PP tampoco tiene explicación racionalmente válida. Muchos ex-votantes populares la achacan al imprevisto aumento de impuestos, otros a la falta de firmeza contra ETA, otros a la incapacidad del partido para aprovechar o incluso retener a líderes como Esperanza Aguirre, María San Gil o Jaime Mayor Oreja, y otros a la torpeza de sus representantes en tareas de comunicación. Pero lo cierto es que en unas elecciones no se vota por el ideal de belleza canónica, sino simplemente entre 2 candidatos. Y la alternativa al PP es el tripartito de izquierdas que las elecciones europeas han puesto sobre la mesa. O sea que mucho ojo con ser tan puristas y tan exigentes, que os vais a llevar a Carme Chacón y a sus muchachos.
¡En posición de impacto!
Lo que no es ninguna broma, sino una realidad muy cierta, es que un gobierno así, regido por 3 políticos dogmáticos y completamente privados de cualquier conexión con la realidad económica (es decir 3 mini-clones de Zapatero), hundiría al país en una nueva catástrofe económica. De eso no tenemos ni la menor duda, y más os vale no tenerla a vosotros también. Puede que seáis incapaces de impedir que suceda, pero al menos que cuando pase os pille preparados.
Ahora bien, que tras haber salido milagrosamente de la crisis que destruyó el planeta Zapatero, la nave espacial “Hispania” esté contemplando la posibilidad de meterse ella solita en una nueva tormenta de Zapateroides, es como para volver loco al mismo Isaac Asimov (o incluso a su primo Sigmund Freud). Nadie creería que país alguno sea capaz de infligirse a si mismo tamaño castigo de nuevo, motu proprio. Pero ya veis.
Así que los electores nos hemos cargado una escoba mágica descontrolada pero, igual que el Mickey Mouse cinematográfico, solo hemos conseguido que otras tres escobas vengan a sustituirla para que empiece de nuevo nuestra pesadilla. Solo que en esta ocasión no se trata de Fantasía.