¡Hola
de nuevo, niños y niñas!
Tras 29
meses de ausencia, por fin vuelve la Gacetilla Panfletaria, con análisis
político y económico para alimentar vuestras mentes inquietas. Como de costumbre, puede que no estéis de
acuerdo con nosotros, pero no podréis decir que no nos mojamos, ni que no os
damos argumentos para pensar ¡que es muy
sano!
Bueno,
pues vamos al tema, que llevamos mucho tiempo sin publicar, y tenemos mucha
faena por delante. ¿Qué ha pasado desde
que salió nuestro último número en Agosto de 2015? Empecemos
por la economía.
Economía: Viva Rajoy
Si en
Agosto de 2015 decíamos “la economía va como un tiro”, hoy tenemos que afinar
más: va como un cañón.
Ya os
adelantamos que somos los únicos en España que van a hablar bien del actual
Presidente, para evitar que entréis en shock.
Igual que hay ser cuidadoso al alimentar de nuevo a los desnutridos tras
las hambrunas, así hay que ser prudente también ahora con los cerebros aturullados por años de propaganda antipresidencial.
Hay que
tener en cuenta que lleváis más de 2 años expuestos a los medios de
comunicación de nuestro país, esos mismos que en Marzo de 2008 dijeron que la
crisis era un invento del PP, convenciendo así a 11 millones de españoles para
que dieran un segundo mandato a José Luis Rodríguez Zapatero. Como sabemos, luego resultó que sí había
crisis, claro, y que no era un invento de la derecha después de todo, pero ya era demasiado tarde. Zapatero ya era presidente otra vez, y acabamos
con más de 5.000.000 de parados. De modo que a ver qué tal lo hacemos esta vez.
Pues esos
mismos medios (exactamente los mismos medios, donde mandan los de siempre) son
los que ahora dicen que Rajoy es malo, retrógrado, acomplejado, falto de
liderazgo e inmovilista. De modo que si queréis,
podéis hacerles caso y votar a Zapatero de nuevo o lo que se les ocurra
ahora. Pero también podéis seguir
leyendo y ver si os han estado hurtando algún dato.
¿Seguimos? Pues veamos cómo ha evolucionado la economía
desde Agosto de 2015 con Rajoy. Vamos a los datos.
Para
empezar, el PIB ha seguido creciendo fuertemente. Tanto 2015, como después 2016 y 2017 han
registrado tasas de crecimiento superiores al 3% anual, es decir, bastante por
encima de la media de nuestros vecinos de la Eurozona.
Además,
en esta ocasión se trata de crecimiento sano y sostenible. Durante los primeros 3 años del gobierno de
Zapatero también hubo crecimiento, pero en aquella ocasión vino provocado por
el salvaje aumento del crédito bancario auspiciado por el gobernador que puso
al frente del Banco de España, el incompetente pero socialista Miguel Angel
Fernández Ordóñez (conocido como MAFO).
Con
Zapatero+MAFO, la brutal oferta de crédito bancario a las familias desató una
borrachera inmobiliaria y de construcción, que trajo crecimiento económico durante el
tiempo que el crédito pudo seguir creciendo. Después, los mercados
de capitales extranjeros notaron el desquiciado aumento de la deuda provocado,
y se negaron a que los bancos españoles siguieran financiando desde allí toda
esa locura. De modo que se acabó la
borrachera y llegó la resaca.
Pero
con Rajoy es muy distinto, porque al contrario que en el caso anterior, el
crecimiento actual no se financia con deuda exterior sino con ingresos
reales. De forma lenta pero segura
(hablamos de Rajoy), los ingresos exteriores de España han ido creciendo. Si en 2011, el último año de Zapatero, los
ingresos exteriores eran 310.000 MEUR, en 2015 (año de nuestro último artículo)
ya fueron 350.000. Este año serán
400.000 MEUR. ¡Toma ya!
Aunque
estáis hartos de ver en prensa que turismo va de miedo (a pesar de los famosos
esfuerzos antiturísticos de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau), puede que no
sepáis que el resto de las exportaciones (coches, textiles, productos químicos,
aerogeneradores, trenes y el resto) van todavía mejor, y que de hecho el peso
relativo del turismo en las exportaciones españolas está bajando.
Las penas con pan son menos
Y
claro, con más ingresos, los otros problemas se diluyen. Si con Zapatero+MAFO España llegó a tener un
déficit exterior de más del 10% del PIB, con Rajoy en 2015 ya tenía un
superávit del 1% del PIB. Bien, pues
desde entonces hay ido todavía mejor.
Tanto en 2016 como en 2017, el superávit exterior pasa del 2% del PIB.
Como
podéis entender, esa evolución no ha pasado desapercibida en el exterior. Esos mismos mercados de deuda que en tiempos
de Zapatero+MAFO expulsaron a los bancos españoles, en Agosto de 2015 estaban
tan impresionados por la evolución de España (con Rajoy, ese que es tan malo)
que estaban dispuestos a financiar letras del Tesoro español a 12 meses con un
interés del 0,1%. ¿Menudo cambio, no?
Bien,
pues aunque parezca increíble, desde entonces la cosa ha seguido
mejorando. Durante todo 2017, las letras
del Tesoro a 12 meses se han estado financiando… ¡a tipos negativos! Los mercados tienen tanto apetito por esa
deuda que están dispuestos a pagar (ojo, no a cobrar sino a pagar) el 0,5% anual
por el privilegio de prestar dinero al Tesoro.
Cabe
por supuesto argumentar que el mérito no es enteramente de Rajoy (y su
gobierno, naturalmente), porque las cosas no sólo han mejorado para España sino
también para otros países donde no gobierna nuestro admirado Presidente. Pero eso es injusto, como veremos.
Para
empezar, fue Rajoy quien aceptó meter de lleno a España en el durísimo proceso
de reformas emprendidas en 2012, convenciendo así a los socios más fuertes en
la Eurozona que también pusieran de su parte para salvar la crisis. Recordad que nada más llegar al poder tuvo
que subir los impuestos y forzar una impopularísima política de recortes de
gasto. ¿Os imagináis qué habría sucedido
si entonces llega a gobernar Zapatero?
Y en
segundo lugar, aunque a otros países también les haya ido bien, lo cierto es
que a la España de Rajoy le ha ido mejor.
En Junio de 2011, cuando Zapatero todavía negaba que fuese a convocar
elecciones anticipadas, el Tesoro español tenía que pagar un interés anual 0,7%
más alto que Italia para obtener dinero prestado mediante la emisión de
bonos. Para cuando salió el anterior
artículo de esta inmarcesible Gacetilla en Agosto de 2015, el Tesoro español
pagaba lo mismo que Italia. Hoy, el
Tesoro español paga el 0,4% menos que Italia.
O sea que a todos nos ha ido bien, pero a quienes teníamos a Rajoy nos
ha ido mejor que a los demás.
De modo
que la macroeconomía ha mejorado mucho pero
¿qué tal le ha ido a la gente?
Fuerte creación de empleo
Pues
bien también. Aunque el ajuste de 2012
exigió un aumento adicional del paro, al cabo de un tiempo llegaron sus efectos ¡y de qué manera!
A
partir de Febrero de 2014 se empezó a crear empleo, a un ritmo que rápidamente
se hizo altísimo. Para cuando publicamos
nuestro anterior artículo, ya se creaban unos 600.000 puestos de trabajo al
año. ¡Se creaba más empleo en España
(con Rajoy, que hay que decirlo) que los otros 17 países de la Eurozona juntos!
Desde
entonces, las cosas han seguido mejorando.
Como se trata de una recuperación económica sostenible, la creación de
puestos de trabajo ha seguido al mismo ritmo (o incluso algo mejor, el último
dato son 638.000 puestos de trabajo creados el último año).
Por
supuesto, la oposición ha criticado la política de empleo del gobierno
Rajoy. Sin embargo, sus críticas
inevitablemente recuerdan a los partes de guerra del ejército argentino durante
la guerra de las Malvinas: cada día localizaban una debilidad estratégica
crítica del enemigo inglés, pero sólo para acabar anunciando al día siguiente una nueva
“retirada estratégica” de las tropas argentinas.
Nada más tomar posesión el nuevo gobierno, el PSOE ya clamaba que la economía todavía
no había mejorado. Cuando se hizo
evidente que la economía sí mejoró, entonces el PSOE se apoyó en que todavía no se
creaba empleo para decir que “la gente no lo nota”. Ahora que se crean más de 600.000 empleos
anuales, el PSOE dice que el empleo creado no es de calidad suficiente.
Que
trinchera elegida por la propaganda socialista tras su penúltima “retirada
estratégica” sea la calidad del empleo, demuestra la casi total desarboladura
del discurso económico del partido.
Tened en cuenta que vez que se creó empleo estando el PSOE en el poder,
el empleo creado consistió en 2 millones de puestos de trabajo para
albañiles. Toma ya empleo de calidad. Parece pues que al PSOE ya no
le quedan muchas más ideas para atacar la gestión económica de Rajoy.
Si en
Agosto de 2015 había 17.200.000 empleos en España, hoy hay 18.400.000. A los niveles actuales, el nivel de ocupación
en España ya es superior al de Italia, cuya recesión fue mucho menos severa. El próximo verano, cuando pase la negativa
estacionalidad otoñal, serán ya 19.000.000 y la distancia con el país
transalpino empezará a parecer casi insalvable.
Pero
sucede que una maquinaria económica bien ensamblada engrasada no da más que
satisfacciones (o quebraderos de cabeza a la oposición). Y los nuevos empleos son esenciales desde
otros puntos de vista también. Hay que
tener en cuenta que en esta ocasión no se trata ya de puestos de albañil, sino de empleos que soportan
una boyante industria exportadora. Volviendo
a la comparación con Italia, la exportación por habitante española ya ha
superado el 96% de la cifra italiana, y la distancia se acorta en algo más del
1% anual. De seguir a este ritmo, en 3
años podría suceder que la exportación por habitante de España sea superior a
la de Italia. Sería la primera vez en la
historia. Mola ¿no?
Déficit público controlado
Como
entendéis, la comparación internacional está bien para entender en qué medida
los resultados económicos de España son atribuibles al gobierno de Rajoy. Sin embargo, la economía también está
produciendo algunos resultados beneficiosos internamente.
Con la
inestimable ayuda de Cristóbal Montoro, que ya sabéis es nuestro Ministro
favorito por motivos técnicos, y uno de los mejores ministros de Hacienda que
España haya tenido nunca, el déficit publico se ha controlado.
Montoro
ha impedido con éxito que la remontada de los ingresos asociada a la reciente
pujanza económica y a la creación de empleo sea dilapidada por gobiernos
autonómicos y locales ansiosos por gastar.
Sus peleas con la Generalitat de Cataluña y, más recientemente, con el
Ayuntamiento de Madrid, han bloquado a 2 de los principales manirrotos.
Eso ha
sentado un precedente positivo y nos ha beneficiado a todos. Si en 2015 el déficit había menguado
enormemente, 2017 será el primer año en el cual el déficit público quede por
debajo del objetivo europeo del 3% del PIB.
Y el año próximo ¡rebaja de
impuestos!
Como es
natural, la bonanza económica no ha afectado únicamente al sector público, sino
también al privado. El crecimiento del
empleo ya ha permitido crear de nuevo 2 de los 3 millones de puestos de trabajo
que se perdieron durante la crisis. Pero
lo mejor es que los nuevos puestos de trabajo son muy distintos a los
anteriores. Ahora se trata de puestos de
trabajo sostenibles, no ligados a la construcción y que por tanto no dependen
del aumento del crédito bancario.
Liquidado el stock de vivienda nueva
Lo cual
no quiere decir que la construcción de viviendas vaya mal. Se ha recuperado desde que publicamos nuestro
último artículo en 2015, pasando desde 50.000 ese año hasta unas 82.000 en
2017. Pero incluso esa última cifra
sigue siendo menos del 10% de las 865.000 que llegaron a construirse en 2006.
Otra
novedad de 2017 es que la moderación de la construcción ha permitido que este
año por fin podamos dar por esencialmente liquidado el enorme stock de vivienda
que se acumuló durante la borrachera de crédito zapaterista. Ese enorme inventario, que llegó a superar el
millón de viviendas en 2007, ha estado liquidándose paulatinamente en los 10
años siguientes.
Durante
ese período, las ventas de vivienda nueva superaron a la construcción de
viviendas nuevas cada año, contribuyendo así a reducir las existencias
acumuladas anteriormente. En 2017, sin embargo, el
moderado aumento de la demanda ha animado a las inmobiliarias a aumentar otro
poco el número de viviendas nuevas que construyen, de modo que este año será el
primero en el que el stock ya no se reduce.
Al cabo de 10 largos años, la pesada herencia de Zapatero+MAFO ha sido
por fin liquidada.
Baja la deuda privada
Lo
mejor de todo es que la liquidación del stock de vivienda nueva no ha venido
aparejada a un nuevo aumento de la deuda de las familias. Muy al contrario, a la vez que se vendían
esas viviendas seguía reduciéndose el endeudamiento de familias y
empresas. El volumen de crédito
hipotecario, que alcanzó su pico en 2009, y que ya había caído un 35% hasta
2015, ha bajado hasta 2017 otro 5% adicional.
Sistema bancario sólido
Naturalmente,
esto podría haber sido un problema para los bancos, cuyo negocio justamente es
prestar dinero. Enfrentarse a una caída del 40%
en su mercado podría haber producido graves efectos.
Afortunadamente, no ha sido así, porque el sistema bancario estaba
sólido tras la recapitalización llevada a cabo en 2012. De modo que, aunque algunos bancos
inevitablemente han caído, con el Banco Popular como principal ejemplo, el
sistema bancario ha resistido la caída de ingresos admirablemente. El Banco Popular fue adquirido por el Banco
Santander y su plantilla reestructurada de acuerdo con los sindicatos, sin que
se produjera ninguna incidencia reseñable.
Al ver
cómo va, tras 6 años de gobierno de Rajoy, la misma economía que Zapatero
hundió, se comprende el desaliento de los propagandistas del PSOE. No sólo deben enfrentarse con la aparente
impecabilidad de los resultados del PP, sino que los votantes inevitablemente
van a compararla con la de Zapatero.
El drama del PSOE
Cuando los
electores echen la vista atrás para recordar qué pasó la última vez que gobernó
el PSOE, resultará difícil culpar de la explosión del crédito a los ávidos
banqueros sin escrúpulos, porque esos mismos banqueros parecen ahora estar de
nuevo perfectamente disciplinados. Será
igualmente difícil culpar de la burbuja inmobiliaria a la locura colectiva de
46 millones de pequeños inversores españoles, cuando esos mismos españoles
ahora vuelven a ahorrar como hacían antes. Y será
difícil culpar a las empresas de no haber modificado el modelo de crecimiento económico
español, cuando esas mismas empresas ahora exportan el 30% más que antes.
Hay
riesgo evidente que muchos de los electores concluyan que lo que se produjo en
tiempos de Zapatero no fue un fallo coordinado de bancos, inversores y
empresas, sino que el fallo estuvo en otro lado. Enfrentado aun así con la necesidad de
preparar un argumentario electoral, el director de campaña socialista parece haber
sido visto oteando el horizonte desde Finisterre, con la esperanza de que aparezca un nuevo Prestige y se hunda prontamente.
Falla el juego sucio
Nuestro
último artículo abría con una referencia a la mitología griega. Pues hilando con él, tenemos que ponerle una
vela agradecida a Pandora, en cuya famosa caja quedó la esperanza de los
hombres. Porque nuestra esperanza era
equivocarnos en nuestra infausta predicción electoral de 2015 ¡y nos equivocamos! ¡Menos mal!
Quienes
tengáis más memoria (o hayáis repasado el artículo) recordaréis que la
Gacetilla preveía que el PSOE accedería a La Moncloa gracias a un pacto con
Podemos, IU y los partidos nacionalistas.
En función de ese pacto, se concederían ciertos privilegios exclusivos a
Cataluña, y excluyentes para las demás Comunidades Autónomas, no favorecidas
por los socialistas.
A la
hora de la verdad, sin embargo, eso no sucedió (¡bien!). ¿Por qué?
Los
resultados electorales fueron en Noviembre de 2015 esencialmente los que
habíamos previsto en Agosto. El juego
político siguió las pautas previstas, y el PSOE intentó liar a Ciudadanos y
Podemos para que se avinieran a una coalición, como habíamos previsto. Y Ciudadanos se negó a entrar en coalición
con Podemos, también según nuestro guión.
Ante la negativa de Ciudadanos, Podemos propuso al PSOE formar una
coalición con los nacionalistas, como nosotros esperábamos ¿Dónde se produjo
pues la sorpresa?
Pues
que en ese momento, y contra nuestro pronósitico, el PSOE no dio el siguiente
paso. Por motivos poderosos, el partido
se negó a hacer la coalición con Podemos, IU y los nacionalistas, que tenía en bandeja. ¿Por qué?
Nos
parece evidente que hubo intervención externa.
Los poderosos “referentes” internacionales del PSOE accedieron a aprobar
la coalición con Podemos únicamente si ésta no daba a los bolivarianos el
control de las suculentas arcas de ningún ministerio. Se hizo evidente el miedo a que un Podemos
con acceso a los “resortes del poder” (la pasta, vamos), se adueñara a continuación del
puesto del PSOE como principal partido de la izquierda.
Así
pues, al líder del PSOE Pedro Sánchez no quedó más remedio que proponer a
Podemos que le votara a cambio de nada.
Como sabéis, Podemos se negó a dar apoyo sin contraprestación contante y sonante, y en Junio de 2016 hubo que repetir las elecciones.
Con
ligeras variaciones, el resultado de las nuevas elecciones fue el mismo que el
de las anteriores, es decir, PP+Ciudadanos no alcanzaron la mayoría absoluta,
pero PSOE+Podemos+nacionalistas sí lo hicieron.
Por lo tanto, se repitió de nuevo nuestro escenario político, dando una
nueva oportunidad a la coalición que hundiría España como nos temíamos.
En esta
ocasión, además, el líder del PSOE Pedro Sánchez estaba resuelto a llegar a La
Moncloa a toda costa, pasando por encima de los vetos que se lo habían impedido
anteriormente. Concibió pues un plan
orientado a no dejar otra opción a los aliados del partido que apoyarle, por la
vía de realizar la coalición por sorpresa, y presentarla
como hechos consumados.
Sin
embargo, la esperanza que seguía en la caja de Pandora, vino de nuevo a
salvarnos en el último momento.
Enterados de los planes secretos de Pedro Sánchez, los aliados del PSOE
se movieron preventivamente, y en Octubre de 2016, le expulsaron de la
dirección del partido mediante un golpe de mano fulminante.
Poco
después, Mariano Rajoy fue investido nuevamente como Presidente del Gobierno,
gracias en parte a la abstención de los diputados del PP (salvo un puñado de
leales a Sánchez). ¡Salvados!
Así fue
como España se libró de sufrir un gobierno manejado por los expertos económicos
socialistas de la época de Zapatero, dirigido visionariamente con el guión
venezolano de Podemos, y equilibrado territorialmente gracias al proverbial
altruismo conciliador de los independentistas catalanes. ¡Fiuuu!
Y luego Cataluña
Pero la
Gacetilla no era la única que había previsto un desenlace distinto, y cuando
llegó la hora de la verdad, aquellos que se las prometían felices Pedro Sánchez en el poder reaccionaron
con enorme frustración.
En
primer lugar, tras años de resurrección del guerracivilismo, los militantes
socialistas estaban muy radicalizados.
Siendo en su mayoría ajenos a las consideraciones prácticas de sus
mayores, interpretaron la imprevista expulsión de Pedro Sánchez como una
traición, y en cuanto hubo primarias, devolvieron al pérfido Sánchez de nuevo a
su trono.
Como
era de esperar, Podemos entendió el segundo pinchazo de sus aspiraciones
monclovitas como la demostración que fuerzas oscuras gobiernan al PSOE
(sorpresa), y proclamó su indignación.
Pero la
principal consecuencia se produjo en Cataluña.
Desde 2010, los nacionalistas catalanes habían fiado su estrategia a
aprovechar la crisis económica para conseguir privilegios exclusivos para si,
mediante un pacto con un PSOE incapaz de alcanzar el poder en las urnas.
En
particular, trataban de conseguir estos 2 privilegios concretos:
·
Privilegios fiscales
La recaudación de impuestos en Cataluña se haría localmente, otorgando
en la práctica a la Generalitat de Cataluña derecho de veto sobre la
transferencia de recurso alguno al resto de España. El efecto de esta medida sería el paulatino
cese de dichas transferencias económicas, sin contrapartida política alguna,
puesto que los electores catalanes seguirían teniendo idéntico peso en la distribución
de los impuestos del resto de España que hace el Congreso.
·
Privilegios judiciales
El control sobre la carrera profesional de los jueces en Cataluña se
transferiría a un nuevo órgano que, en la práctica, estaría dirigido por los separatistas. De esa forma, ellos
se encontrarían en condiciones de “gestionar” con todo
el poder el curso de futuras investigaciones judiciales (evitando así daño indebido a
pasados o futuros amigos Pujoles).
Enfrentados
con el alejamiento de tales mieles, los separatistas reaccionaron de la forma
que históricamente les ha dado mejores resultados. Se declararon pues agraviados, determinaron
de nuevo que España es mala, y publicitaron exigencias todavía más agresivas
que las 2 de arriba (independencia, ejército propio y el traspaso de Ronaldo al
Barça) cuya renuncia poder presentar más adelante como generosas “concesiones”, una vez forzado el inicio de una
negociación.
Para
otorgar credibilidad a la reclamación de independencia, los nacionalistas
organizaron un referéndum estupendo. El
impecablemente búlgaro resultado de 90% de apoyo a lo que diga el jefe, puede
haber tenido algo que ver con el método tipo yo-me-mi-conmigo elegido para su
organización, la selección de votantes y el recuento de votos, pero
los nacionalistas no pierden ocasión de señalar que, para los estándares que
ellos usan, fue democrático. ¡Di que sí!
Cabalgata en Europa
Por
alguna razón, los vecinos europeos de España parecieron acoger el derroche
decibélico nacionalista catalán con interés similar al que generalmente
reservan para la cabalgata del circo.
Pasados funambulistas, titiriteros y payasos, los europeos volvieron a
sus quehaceres con la única preocupación de asegurar que el olor a caca de
elefante no les llegue a casa.
En este
caso, la preocupación está justificada, porque esta caca de elefante podría ser
realmente enorme. Si los nacionalistas
obtuvieran los privilegios fiscales que buscan, privando al Estado español del
20% de sus ingresos sin contrapartida alguna, se pondría en cuestión la devolución
de la deuda estatal española, que es cerca del 10% de la de toda la Eurozona.
No
sólo, sino que un resultado así (la pasta para los separatistas, pero la deuda
para el Estado), podría animar a otros nacionalistas europeos a hacer algo igualmente amable, poniendo así en entredicho también la deuda estatal italiana (25% de la
Eurozona) y la belga (5% adicional).
¿Quiere
alguien en la Eurozona meter en un problema al 40% de la deuda pública,
volviendo a desencadenar una crisis bancaria en cadena, para que los
nacionalistas catalanes vivan mejor?
Respuesta
corta: no. Y no queremos saber más del circo.
Inmovilismo calculado
Así que
de vuelta en España ya sabéis, artículo 155 al canto y a otra cosa, mariposa.
Si
acaso, lo único que llama la atención es por qué motivo tardó tanto el Gobierno
español en reaccionar ¿no? Pues hay una excelente razón, que de nuevo
tiene que ver con la pretensión de Pedro Sánchez de alcanzar el poder pactando
privilegios para unos pocos.
Una vez
repuesto como secretario general del PSOE por la turba de militantes
ultrajados, a Pedro Sánchez le faltó tiempo para volver a su plan de pactar con
los separatistas. Sin embargo, es obvio
que no puede revelar al resto de los españoles que su plan consiste en
reducirles a ciudadanos de segunda categoría en su propio país, a beneficio de
los separatistas catalanes.
Por lo
tanto, el plan de Sánchez exige que sus votantes no se enteren del contenido
del pacto, hasta que sea demasiado tarde.
Le interesa pues ser lo más vago e inespecífico posible respecto a qué
piensa hacer. Así pues, va a reformar la
Constitución para “asentar el federalismo” y “buscar un mejor encaje de
Cataluña”, que “reconozca sus especificidades” (nada de decir que se pasa el
control de los jueces a los separatistas y que se les otorgan privilegios fiscales).
O sea que
ya sabéis. Si un día vuestro novio (o
novia) viene y os dice que necesita asentar su espacio de modo federalista,
buscando un mejor encaje que reconozca sus especificidades, no tengáis duda: lo que quiere decir es que os está poniendo
los cuernos con todo el barrio.
Contra el
pecado de ocultar secretos, Rajoy ha puesto en práctica la virtud de hablar de
ellos. Cada vez que Sánchez habla de
reformar la Constitución, Rajoy le pregunta “¿para qué?”, cada vez que se
menciona el federalismo, Rajoy pregunta “¿en qué consiste?”, y cada vez que se
habla de reconocer especificidades, Rajoy pregunta “¿de qué forma?”.
Por
supuesto, Sánchez contesta con evasivas, y justamente ese es el motivo por el
cual Rajoy ha tardado tanto en reaccionar en relación con Cataluña. Cada vez que los separatistas catalanes han
incurrido en una provocación antiespañola, los periodistas han acudido a Sánchez para volver
a preguntar cuales son sus planes para Cataluña. Y esos periodistas cada vez se saben mejor la
lección, de modo que a Sánchez le cuesta cada vez más salirse con una
evasiva. Cuanto más ha durado la crisis
catalana, menos ha podido Sánchez mantener sus planes en secreto.
Así
pues, Rajoy ha esperado para aplicar el artículo 155 hasta que Sánchez no ha
podido más, y se ha avenido a apoyarlo para evitar la sangría de imagen que su
falta de definición estaba provocando al PSOE.
Cuando finalmente se produjo la aplicación del 155, Sánchez estaba tan rendido que no
pudo ni siquiera negociar condiciones.
Dijo a los fieles que Rajoy se había comprometido a reformar la
Constitución pero, cuando Rajoy negó tal cosa, Sánchez no aportó nada nuevo y
abandonó la polémica.
Bisagrismo frustrado
Sin
embargo, poco duró el respiro de Sanchez, porque tras el 155 vinieron las
elecciones catalanas, y con ellas de nuevo llegaron los periodistas con sus
cada vez más incómodas preguntas. Como
cabía esperar, Sánchez prefirió desaparecer de escena y dejar todo el
protagonismo al líder del PSC Miquel Iceta, pero eso tampoco sirvió.
La
aspiración electoral de Iceta era convertir al PSC en partido bisagra en
Cataluña, con el fin de montar allí un tripartito con separatistas y Podemos,
que luego replicar a nivel nacional. Eso
le obligaba a mostrar cierta proximidad a los separatistas.
En un
momento de sinceridad electoralmente contraproducente, no tuvo mejor idea Iceta
que prometer su apoyo al indulto de ciertos separatistas catalanes,
encarcelados en prisión preventiva por haber organizado un tumulto, que mantuvo
atrapados a varios funcionarios y guardias civiles en el interior de un
edificio en Barcelona. Teniendo en
cuenta que los separatistas ni siquiera han sido juzgados todavía, a Iceta sólo
le faltó añadir que el indulto no era únicamente preventivo, sino además universal
para todos los delitos, vitalicio para los beneficiarios y hereditario para su
privilegiada descendencia. Todo muy socialista,
vamos.
Los electores reaccionaron indignados (nos parece lógico a los demás, pero a Iceta no). La
consecuencia de la prolongación de la crisis catalana ha sido pues el desgaste
de Sánchez, de Iceta y del PSOE en general.
Pero ¿a beneficio de quien?
En una
situación electoral anterior, el principal beneficiario podría haber sido
Podemos. Sin embargo, si el bisagrismo del
PSOE fue percibido como entreguismo y costó votos a los socialistas, el de Podemos fue rayano
al puro servilismo de cortijo.
La imagen de los
diputados de Podemos participando mansamente en el aquelarre nacionalista que
siguió al referéndum búlgaro, dentro de un Parlament semivacío, es difícil de
olvidar. En un gesto todavía más
patético, algunos mostraron sus papeletas con el voto “No” en alto. No les faltaba más que llevar un collar con
chapa identificativa de charnego doméstico, vamos.
Tras
esa lamentable escena, Podemos no sólo no se llevó ningún voto del PSC, sino que sufrió
una auténtica debacle electoral. En el
municipio de Barcelona, donde gobiernan, no alcanzaron ni el 10% del voto. De nuevo, nos parece bastante lógico a los demás.
Ciudadanos gana
Así
pues, el siguiente candidato a llevarse los votos del PSOE es Ciudadanos.
Como sabéis, éstos si que se dieron un festín. Con más del doble de diputados que el PSC, se
convirtieron en la oposición oficial en Cataluña, relegando a los socialistas al
rol de principal partidillo secundario.
Pero
eso no fue lo peor del resultado electoral en Cataluña. A pesar de haber perdido un 1% de cuota, los
separatistas mantuvieron su mayoría en el Parlament, de modo que no necesitan
al PSC en el Parlament. Incluso el modesto
puesto de bisagra, que era lo máximo a que aspiraba el mismo PSC que había llegado a ganar las
elecciones en 2010, quedaba pues fuera del alcance del partido. Parece pues que las consecuencias para el
PSOE del cúmulo de errores cometidos desde entonces son ya inevitables, y van a
ser muy graves.
Cortoplacismo de largo plazo
Desde
que el PSOE accedió al poder tras los misteriosos atentados del 11-M en 2004,
el partido ha estado jugando continuamente al corto plazo. Primero provocó una burbuja crediticia
mientras negociaba frenéticamente con ETA y enterraba la investigación de los
atentados, en 2007 negó que la burbuja hubiese conducido a una crisis, en 2009 vio brotes verdes y evitó hacer ajustes hasta 2010, en 2011 puso su poderosa infraestructura mediática al
servicio de Podemos y los separatistas catalanes, en 2015 y 2016 estuvo a punto
de premiar a éstos últimos con privilegios fiscales y judiciales exclusivos, y
en 2017 llegó a prometerles incluso indultos preventivos.
Es
evidente que nada de esto encaja en un discurso político de construcción social
o nacional (española, por las dudas) a largo plazo, sino que más bien parece un cúmulo de tumbos
inconexos, de decisiones tomadas sobre la marcha por motivos tácticos, donde el
horizonte del próximo semestre ha pesado siempre mucho más que el de la próxima década.
Tristemente,
la única línea que en esas circunstancias ha dado unidad al discurso socialista ha sido la
resurrección del espíritu frentista de la Guerra Civil española. La unión contra el enemigo común percibido,
que en este caso es el PP, ha sido lo único que permite al PSOE acordar con
ETA, Podemos y los separatistas catalanes.
Lamentablemente
para el PSOE, la utilidad del frentismo guerracivilista es limitada. A pesar de él, ETA siguió matando hasta 2011
y se ha reservado el derecho de mantener su organización indefinidamente con funestos
propósitos, los separatistas catalanes siguen queriendo privilegios que los
demás no tengan, y Podemos sigue pensando que en España tenemos envidia de cómo
viven en Venezuela.
Por lo
tanto, en cuanto las coaliciones guerracivilistas del PSOE alcanzan el poder
desplazando al denostado PP, empiezan los problemas. En Navarra, Bildu controla la policía foral,
para inquietud de los empresarios locales.
En Baleares, el gobierno insular subvenciona a organizaciones que hacen
homenajes a los separatistas catalanes.
En Madrid, el Ayuntamiento y sus sociedades meten en nómina a cientos de amiguetes podemitas, la alcaldesa otorga un permiso de obra al Atlético de
Madrid después de que el club contrate a un amigo de su marido, la remodelación urbanística
de la Castellana norte lleva 3 años parada…
Aunque
las coaliciones guerracivilistas han permitido al PSOE alcanzar cuotas de poder
a pesar de sus flojos resultados electorales, se hace evidente que el partido
carece de un proyecto político atractivo (o incluso no atractivo). A medida que va pasando el tiempo, los costes
de esa limitación se hacen más evidentes.
Definir
el proyecto socialista por oposición al popular tiene la ventaja que permite
atacar a los conservadores continuamente, pero el inconveniente que no hace a
la propuesta socialista atractiva en si misma.
En el corto plazo esa politica destructiva para ambos partidos no se nota mucho, porque se parte de un entorno
bipartidista donde ambos son mucho mayores que sus otros rivales. Sin embargo, al cabo de un
tiempo la destrucción acaba dejando hueco para que los otros
crezcan.
En el
caso de España, esos otros son Podemos y Ciudadanos. Afortunadamente para los socialistas, se ha
demostrado que Podemos depende muy fuertemente del apoyo mediático del PSOE, lo
cual lo hace vulnerable. El día en que
La Sexta sorprendió cambiando las tornas y empezó a hacer preguntas complicadas a los líderes
podemitas sobre financiación de su partido, o sobre nombramientos de afines con tufillo caciquil, la
imagen de Podemos se agrietó rápidamente.
¿Qué hacemos con Ciudadanos?
Sin
embargo, Ciudadanos está libre de esa atadura.
Desgraciadamente para el PSOE, el crecimiento de Ciudadanos no tiene
prácticamente base mediática que pueda por tanto restringirse. Tampoco parece el perfil de Ciudadanos como
partido de reciente creación particularmente sensible a una identificación
negativa guerracivilista. Así que el
PSOE necesita un arma política contra Ciudadanos, que tal vez no tenga lista, y que
desde luego todavía no ha probado.
Esa necesidad es perentoria. Igual que
sucedió con Podemos en Noviembre de 2014, es ahora Ciudadanos quien está a
punto de desbancar al PSOE como segundo partido en España. ¿Qué pueden hacer los socialistas?
Naturalmente,
disponen de algunas ideas. La primera
que viene a la cabeza es el alumbramiento de expedientes financieros como los
que afectaron a Podemos en 2014, de modo que puede que en unas semanas nos enteremos
que Albert Rivera cobró un talón, o que el marido de Inés Arrimadas recibió un
contrato, quien sabe.
Sin
embargo no es tan fácil, particularmente porque es perfectamente posible que ni
Rivera haya cobrado nada raro, ni el marido de Arrimadas oculte ningún
esqueleto en su armario. En ese caso,
seguro que el PSOE puede pensar en algo.
Lo que no está tan claro es que vaya a funcionar alguna de sus ideas.
¿Y si el problema no fuera Ciudadanos?
La
razón es que, tras 13 años de bandazos, el partido está ideológicamente
destruido. El mismo partido que defiende
el PER en Andalucía, apoya en Cataluña mantener los jefes de informativos de
TV3 donde se acusa abiertamente a los electores andaluces de ser vagos. Es inevitable que los líderes territoriales
del partido se esfuercen en distanciarse de sus jefes nacionales. Temen, y no de modo irracional, que a la larga
alguno de ellos deberá inexorablemente ser sacrificado en beneficio de otro.
Pero lo
que es peor, la erosión de la base electoral del partido causada por el continuo
cortoplacismo ha terminado por ser muy grave.
El PSOE es el cuarto partido en 2 de las Comunidades Autónomas más pobladas,
Madrid y Cataluña. No parece que
Andalucía, donde el partido todavía fue el primero con un 35% del voto, sea suficiente
para evitar que el PSOE quede por debajo del 30% del voto a escala nacional. Y ese es el verdadero drama del partido. Por mucha pirueta táctica que ejecute, el 22%
del voto que obtuvo en 2016 parece seguir lastrando al partido como una losa.
¿Hora
del rearme ideológico pues? Muy
improbable.
La
imagen interna de Pedro Sánchez está indisolublemente asociada a su plan para
presentar al partido con un pacto con los separatistas por la vía de hechos
consumados. La confianza de la
organización del PSOE en Andalucía (y no sólo la de su líder Susana Díaz) está
irreversiblemente dañada. No parece en
absoluto que Sánchez se encuentre en condiciones de promover un ejercicio tan
potencialmente trascedente como la creación de una nueva estructura ideológica.
Por otra
parte, tampoco parece probable que nadie en el partido se atreva de nuevo a
intentar sustituir a Sánchez. Tras su
éxito en primarias, Sánchez ha amarrado todos los mecanismos de control interno
y los ha entregado a sus leales. Lo
único que puede conseguir que el secretario general abandone su puesto sería
una derrota electoral de dimensión todavía más profunda que la de 2016 (22% del
voto).
Ese es
un listón muy bajo, que Sánchez será capaz de superar con toda
probabilidad. La última encuesta
electoral de 2017, realizada por Invymark (La Sexta), daba al PSOE un 23% del
voto. Por lo tanto, permanecerá en el
puesto, mientras que los apoyos de Podemos se van deteriorando.
Que la
perpetuación de Sánchez sea buena para el partido, sin embargo, no está nada
clara. Aunque el apoyo del PP tampoco
sube (27% según Invymark), sí lo hace el de Ciudadanos, a quien la encuesta
citada otorga ya un 22%.
Preocupantemente
para el PSOE, Podemos cae (16%) y su valor como socio de gobierno se desploma,
de modo que no está claro que los socialistas puedan permitirse el lujo de
torpedear sus posibilidades de pactor postelectoral con Ciudadanos al lanzar
una campaña mediática contra ese partido.
Como
veis pues, el guerracivilismo desenterrado en 2004 como principal argumento ideológico
del PSOE, parece políticamente agotado.
El secretario general del partido, Pedro Sánchez no se encuentra en
condiciones de liderar una renovación ideológica, y los rivales del PSOE cada
vez se acercan más. ¿Cómo se salvarán
ahora los socialistas?
Nuestra
impresión es que puede que simplemente no se salven, y que en unos años el
partido termine igual que sus socios en Italia o Grecia. Si estamos en lo cierto, puede que la turba
de militantes cabreados que devolvió a Sánchez al poder en 2017 acabe
encontrando que le habría hecho mejor servicio haber votado con la cabeza fría.
¡Lo
veremos en 2018!