viernes, 9 de diciembre de 2011

Crisis - 2012, allá vamos

La semana pasada salieron las cifras de empleo en España. Como de costumbre, fueron malas y el PP dijo que el gobierno es un asco, aunque hay que reconocer que en este caso, a tenor del contundente resultado de las elecciones generales del mes pasado, parece que el electorado está de acuerdo con ellos.

También como de costumbre, el gobierno dijo que la culpa es de otro, esta vez de “las tensiones de la zona Euro”. No parece pues una evolución importante de la táctica evasiva oficialista, ya que en anteriores disculpas los culpables elegidos habían sido los especuladores internacionales, los pérfidos neocons americanos, los obispos, Franco y nuestra tía Clotilde, que también es una persona horrible.

Por lo menos esta vez ya no dijeron nada de esos brotes verdes que llevan avistando periódicamente desde Mayo de 2009, lo cual es relajante, y muy de agradecer. Se conoce que es otro efecto de la resaca electoral.

Así las cosas, a la mayor parte del populacho desinformado ha pensado que se trata de más de lo mismo, y casi todo el mundo se ha limitado a encogerse de hombros y desear que llegue de una vez el día 21 y el innombrable desaloje finalmente La Moncloa, a ver si por fin empezamos a arreglar el desastre con el que nos ha premiado.

Bien pues alto ahí, porque eso no es así. El dato de Noviembre ha sido muy importante, y más nos vale enterarnos.

Ojo al dato

Como es costumbre en la Gacetilla, cerramos nuestros artículos sobre economía con previsiones, y cuando van saliendo nuevos datos, nos volvemos a las previsiones pasadas para ver si fueron acertadas. Veamos pues qué tenemos en esta ocasión.

Cuando salió el dato de empleo de Febrero de 2011, publicamos un artículo titulado, de forma bastante explícita “Empleo – Punto de inflexión a peor”. Aparte de pitorrearse de las suesivas predicciones de brotes verdes del gobierno (es que ellos son así, y no podemos resistirnos), el artículo incluía este gráfico:

Obviamente, nos preguntábamos si a partir de entonces no volvería a aumentar el ritmo de destrucción de empleo. Bien, pues a la vista del dato de la semana pasada, el gráfico actualizado queda así:

Y volviendo al título de nuestro artículo de Marzo (“Empleo – Punto de inflexión a peor”) ¿qué os parece ahora? Bueno, pues a nosotros nos parece eso mismo.

Verdad y consecuencia

De modo que, rápidamente, hemos agarrado nuestro afamado modelo macro y le hemos aplicado el nuevo dato, con mucha curiosidad por ver qué pasaba. Qué emoción tan grande hemos vivido. Ha sido como cuando éramos pequeños, íbamos a campamentos, y mirábamos como Juan (alias “El Indio”) se preparaba, piernas en alto, para pegar fuego con un mechero a una de sus míticas flatulencias. Todo un reto para la curiosidad científica, vamos.

Total, que nuestro famoso modelo macro ha arrancado con un rugido, ha vibrado, ha echado humo, han chiriado sus engranajes y, al punto, hete aquí los resultados. Son los siguientes:

1 – La destrucción de empleo se acelerará hasta el verano de 2012

La destrucción de empleo, que realmente nunca llegó a detenerse, seguirá acelerándose hasta pasar de los 500.000 puestos anuales destruidos al principio del verano de 2012.

2 – Se destruirá empleo hasta el otoño de 2013

A partir de ahí, la destrucción de empleo se irá deteniendo paulatinamente de nuevo hasta que, en otoño de 2013, termine del todo y vuelva por fin a partir de entonces a crearse empleo. Si estamos en lo cierto, el período de destrucción de empleo habrá durado pues desde Junio de 2008 hasta Noviembre de 2013, es decir, casi 5 años y medio. La verdad es que esas declaraciones gubernamentales sobre “brotes verdes”, allá por la primavera de 2009, ahora brillan en todo su esplendor.

3 – En total se destruirán 2.700,000 empleos

En total, para cuando acabe la crisis nos habrá costado 2.700.000 empleos. No está mal, teniendo en cuenta que, según nos aseguró el gobierno saliente cuando lo elegimos en 2008 (qué día más malo tuvimos), no iba a haber crisis alguna, y solo se trataba de fábulas de antipatriotas. Pues menos mal que eran fábulas.

4 – Se dispara la productividad

Esta es una curiosidad científica muy interesante. El paro en España es mucho más alto que, sin ir más lejos, el de Portugal. Y no puede decirse que Portugal sea más rico que España, ni que los portugueses sean otra raza (¡si son igualitos que nosotros!), ni que Portugal tenga una cultura budista exótica... ¿qué pasa entonces?

Entender el mecanismo del botijo

Vamos a procurar resolver este curioso enigma. Pero antes de hacerlo, conviene que expliquemos bien cual es el mecanismo que hace que unos salarios sean más altos que otros, cuestión de la que todo el mundo tiene una idea intuitiva, pero que sigue un mecanismo que no todo el mundo entiende bien. Vamos a explicarlo con un ejemplo sencillo.

Supongamos que en una empresa A los trabajadores cultivan patatas a golpe de azada, cada trabajador consigue una arroba de patatas a la semana. Como las patatas se venden a 10 EUR la arroba, eso quiere decir que los trabajadores del país A generan 10 EUR por semana, de modo que la empresa les paga 9 EUR semanales a cada uno, y se queda con 1 EUR semanal por trabajador para cubrir sus gastos y como beneficio empresarial. Fácil.

Sin embargo, en la empresa B los trabajadores cultivan patatas con un tractor y empleando fertilizante, de modo que cada trabajador consigue 20 arrobas de patatas por semana. Las patatas son patatas iguales que las otras, de modo que se venden en el mercado también a 10 EUR la arroba, lo cual genera para la empresa B 200 EUR por cada trabajador. La empresa B debe luego descontar 30 EUR de gasoil del tractor y 20 EUR de fertilizante por cada trabajador, pero aun así cada trabajador de la empresa B le genera 150 EUR limpios cada semana. De modo que la empresa B se queda con 20 EUR para sus otros gastos y para beneficio, y aun así puede pagar 130 EUR semanales a cada trabajador.

¿Significa eso que en la empresa A el empresario es un buitre carroñero, puesto que paga 9 EUR semanales, mientras que la empresa B es más socialmente justa, porque paga 130 EUR? Pues claro que no, lo que pasa es que la empresa B es simplemente más productiva por trabajador, puesto que tiene tractores, y sus trabajadores están más preparados, ya que saben que echar fertilizante aumenta la cosecha aunque cueste algo de dinero.

Supongamos ahora que en el país de nuestro ejemplo, se pusiera un sueldo mínimo de 10 EUR semanales. La empresa A no podría retener nada para sus gastos ni para beneficio, y quebraría entonces rápidamente, acabando pues sus trabajadores en el paro. Sin embargo, la empresa B no tendría más gastos, puesto que ya pagaba más de 10 EUR semanales a sus propios trabajadore, de modo que no tendría que despedir a nadie. Al final del proceso, todos los trabajadores de azada estarían en el paro, mientras que los de tractor y fertilizante seguirían trabajando.

Teoría y realidad

La realidad, naturalmente, es algo más compleja, pero no mucho. Así, hay empleos “azada”, que producen 10 EUR de patatas semanalmente, empleos “tractor”, que producen 150 EUR, pero también muchos otros empleos intermedios, de 20 EUR semanales, de 30, de 40, etc.. Por lo tanto, cuando se pone un salario mínimo determinado, el efecto real es el de envíar al paro a todos aquellos que trabajadores que tenían empleos cuya producción no alcanza para pagar ese mínimo.

Fijaos, de hecho, lo que sucede en realidad en España. Los oficios con sueldos más bajos son curiosamente los que más paro padecen. Puede que haya algunos médicos e ingenieros en paro, pero son muy pocos en relación con el número de trabajadores de la construcción, administrativos, dependientas de tienda o estudiantes sin experiencia. Si lo pensáis, parece un contrasentido: si no hay dinero para pagar sueldos por la crisis ¿por qué entonces acaban en el paro precisamente los trabajadores más baratos? Bien, pues ahora ya sabéis por qué. Porque son, digámoslo así, los que trabajan con azada y, en cuanto ha venido la crisis y su productividad ha caído un poco, el sueldo mínimo ha acabado con sus empleos, que eran de los menos productivos.

Adicionalmente, hay que decir que en la vida real no todos los países son iguales. En todos hay empresas de trabajadores con azada, empresas de trabajadores con tractor y fertilizante, y empresas intermedias. La diferencia es que en algunos países, la proporción de empresas de trabajadores con azada es mayor que en otros. Esa es la razón por la cual, aunque al final todos produzcamos patatas, en algunos países los sueldos medios son más altos que en otros.

No todos somos Suiza

Pero esta cuestión también tiene un segundo efecto. Supongamos que en Suiza la proporción de empresas con trabajadores “azada” es el 5%. Si se establece un salario mínimo de 10 EUR, como en el ejemplo, las empresas “azada” quebrarán, sus trabajadores irán a la calle y Suiza tendrá un paro del 5%.

Supongamos ahora que en España la proporción de empresas con trabajadores “azada” es del 25%. Si se establece un salario mínimo de 10 EUR, estas también quebrarán, sus trabajadores irán al paro y el resultado en este caso será que en España se alcanzará un paro del 25%.

¿Os habéis fijado? Tanto en Suiza como en España las empresas producen patatas, tanto en un país como en el otro las hay que producen con azada y con tractor, los trabajadores suizos de azada o de tractor no son ni más ni menos productivos que sus semejantes españoles, ningún empresario suizo ni español es particularmente rapaz ni desalmado y, a pesar de todo, el mismo salario mínimo produce en Suiza un paro del 5%, mientras que en España eleva el paro al 25%. Así de fácil.

Por supuesto, el remedio en el ejemplo parece fácil también: háganse más empresas con empleos tipo “tractor”, y edúquese a los trabajadores para que sepan conducir el tractor y aplicar el fertilizante. La realidad, sin embargo, no es tan sencilla, porque los tractores hay que comprarlos, y para eso primero hay que ahorrar, y la educación de los trabajadores para empleos muy productivos reales, como la ingeniería o la medicina, puede llevar toda una generación. Naturalmente, esa es la razón por la cual, en la realidad, no todos los países del mundo tienen empleos tan productivos como los de Suiza, ni trabajadores tan cualificados como los de ese país.

Misterio resuelto

Si ahora, además de un sueldo mínimo muy elevado para la realidad económica del país, añadimos encima un subsidio al paro que es casi igual que el salario mínimo, pues para qué quieres más, Tomás: tenemos la garantía de que los trabajadores “azada” no solo no dispondrán de ofertas de empleo para ellos, sino que además tampoco tendrán incentivo para buscar trabajo. La consecuencia será que todos ellos permanecerán en el paro durante mucho tiempo, tanto como el que los demás trabajadores de su país acepten seguir manteniéndoles sin trabajar, a base de subsidios.

De nuevo, yendo al dato real, resulta que en Alemania, con una población de 80 millones de habitantes, trabajan hoy 40 millones, es decir, la mitad de la población total. En España, sin embargo, con 46 millones de habitantes, no trabajan 23 millones, sino solo 17 millones. ¿Y donde están pues los otros 6? Pues ya lo habéis adivinado: están en el paro. Y ahí se quedarán hasta que se baje el sueldo mínimo, y se reduzca el subsidio al paro. Ni más, ni menos. Sin ideología, trampa ni cartón. Simple y fácil.

Volviendo por fin a la comparación con Portugal, puede que ahora ya os resulte evidente cual es la diferencia entre Portugal y España. Efectivamente, es muy simple: que el salario mínimo portugués es mucho menos ambicioso (relativamente al nivel de sueldos del país) que el español, y sus subsidios al paro mucho menos generosos (también relativamente) que los españoles. De modo que sorpresa, pues, la explicación del paro no radicaba en diferencias raciales, ni de riqueza nacional, sino en otras diferencias, de un tipo además sencillo de cambiar por ley: el nivel de salario mínimo y la generosidad relativa de los subsidios al paro. Misterio resuelto.

Y ahora ya estáis listos para que os expliquemos la curiosidad científica que revela el dato de empleo de Noviembre: que, a medida que se destruye más y más empleo, la productividad del empleo medio superviviente no deja de subir. Tanto es así, que en los 4 años que llevamos de crisis, ha subido ya cerca del 6%.

¿Significa esto que los españoles somos ahora más listos o más currantes de lo que éramos antes de la crisis, en 2007? Pues claro que no (ya os parecía a vosotros). Lo que significa es que los empleos “azada” están cayendo como moscas, y que los empleos que todavía sobreviven solo son los tipo “tractor”. De ahí que la productividad media de los empleos supervivientes no pare de crecer estadísticamente. Lo cual nos lleva a la siguiente cuestión: ¿Qué hacemos entonces para bajar el paro?

¡Ah, picarón!

Recordarán los lectores más avezados de la Gacetilla que el pasado mes de Septiembre decíamos que era más que probable que, antes de rescatar a España por segunda vez en Agosto de 2011 (la primera fue en Mayo de 2010), el Banco Central Europeo había enviado (y hecho firmar) al presidente José Luis Rodríguez Zapatero, una carta con sus exigencias para llevar adelante el rescate. Naturalmente el gobierno lo negaba todo (pues no faltaría más) y nosotros nos pitorreábamos sugiriendo si, entonces, no habría llevado a cabo el nuevo rescate de España la ONG “Banqueros Sin Fronteras”.

Bueno, pues esta semana ha revelado El País que Mariano Rajoy obtuvo, y mostró a los sindicatos, una copia de esa carta. Naturalmente, y en un alarde de lealtad en el traspaso de funciones, Zapatero no dio esa carta a Rajoy, sino que este último ha debido hacerse con ella por otros medios (a través del propio BCE con toda probabilidad). Negarlo y ocultarlo, así funciona nuestro todavía presidente.

Bien, pues esa carta es importante porque, entre otras exigencias, contiene una que, con toda probabilidad, Zapatero también aceptó el pasado Agosto, en su desesperación por conseguir el rescate ante la ruina inminente, y es la que obliga a España, en la práctica, a bajar el salario mínimo. Nos referimos a la cláusula que la prensa ha venido en llamar de los “minijobs”.

El remedio de la enfermedad

Minijobs es una palabra que se refiere a trabajos de pequeña entidad, y posiblemente menos de 40 horas semanales, que el BCE exige se promuevan y liberalicen, dotándolos de la mayor flexibilidad y de la mínima carga fiscal posible. Bueno, pues todo esto son adornos, porque lo que de verdad importa de los minijobs, es que su salario estaría por debajo del salario mínimo interprofesional. De hecho, pues, el nuvo salario mínimo sería el de los minijobs, que es otra forma de decir que se bajaría el salario mínimo real.

¿Os parece que esta exigencia del BCE, hecha en Agosto, hila bien con la apreciación que hicimos en Febrero sobre el punto de inflexión a peor, y sobre nuestra tesis sobre la necesidad de bajar el salario mínimo interprofesional? Porque a nosotros nos parece que encaja como un guante, vamos. De modo que, si estamos en lo cierto, entonces tenemos minijobs y bajada de hecho del salario mínimo a la vuelta de la esquina. Ya os lo podemos adelantar.

Pero de nada vale bajar el salario mínimo, si se mantienen los subsidios al paro. Sin embargo, eso también está en vías de solución, aunque en este caso se hará de forma menos evidente. Porque sucede que, en España, los subsidios al paro duran 2 años. En su huída hacia adelante, y a pesar del ruinoso nivel de déficit público, el gobierno actual aprobó lo que, de hecho, es una prolongación temporal del subsidio de paro hasta los 2 años y medio, pero esa prolongación vence en Febrero de 2012 y adivinad qué: ya os adelantamos que el Gobierno entrante no la prorrogará.

Como consecuencia de esa opción gubernamental, y también del hecho que la mayor parte de los parados perdieron sus trabajos entre 2008 y 2010, lo cierto es que el número de parados subvencionados caerá dramátcamente, sin que para ello sea necesario aprobar ninguna medida adicional. De hecho, en número de parados subvencionados ya ha caído en unos 300.000 durante los primeros 10 meses de 2011, y si acaso nos preguntamos como es posible que la caída no haya sido aun más pronunciada. Por lo tanto, nuevo pronóstico gacetillero: os adelantamos que la cifra de parados subvencionados se reducirá fuertemente el año próximo.

Otro par de años, y listo

Y finalmente, el gran colofón en cuanto a predicciones gacetilleras, la madre de todas las predicciones. A la vista del mal dato de empleo ¿cuando terminará la crisis? Pues ya os lo habíamos adelantado en cierto modo al principio de este artículo (refiriéndonos entonces al empleo), pero os lo confirmamos ahora a nivel general: la crisis terminará finalmente al final (durante el otoño) de 2013. Como de costumbre, podréis decir que no estáis de acuerdo, pero no que no nos mojamos.

Lo malo es que, de aquí a entonces, todavía nos queda la travesía del 2012 y la pérdida de 600.000 empleos más, pero ¿qué son 2 años y 600.000 empleos para nosotros, que hemos sobrevivido ya a 3 años de crisis y 2.100.000 empleos perdidos?

Na’, pero na’ de na’. Ahí queda eso. Que os sea leve.

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