A estas alturas, ya nadie disputa que pocos políticos han dejado una huella tan indeleble en su país como José Luis Rodríguez Zapatero en España. Lo que puede ser menos evidente es que la observación no solo es cierta para el país en general, sino también para su propio partido político en particular. Porque desde que el pasado domingo se confirmó la predicción Gacetillera (y de casi todos los observadores) respecto al desastre electoral del PSOE, las el color de las emociones en el partido se ha repartido por todo el espectro visible.
Ha habido miembros que se han sentido decepcionados con el resultado. Otros están preocupados decidiendo si presentar, o no, su propia candidatura al próximo Congreso. Algunos se han puesto muy inquietos a la vista de los probables recortes de las subenciones de las que dependen sus sindicatos y fundaciones satélites. Unos pocos andan completamente desquiciados por la pobre perspectiva sus puestos de trabajo en la miríada de entes desperdigados por todo el sector público. Hay quienes se ven abocados a la bancarrota personal total al no poder ya renovar sus comercialmente jugosos contratos de televisión u obra pública. Pero solo son una escogida minoría quienes parecen seriamente espeluznados por el abarrotado (de “barrotes”) aspecto de su porvenir personal individual inmediato.
Uy, uy, uy
Nos preguntamos si Jesús Eguiguren, presidente del partido en el País Vasco, puede estar en este último grupo. Ha rumoreado la prensa que Jesús Eguiguren ha tenido un papel destacado en el pasteleo habido durante los últimos 9 años entre ETA y el PSOE. De ser esto cierto, quien sabe donde estará la frontera de lo que Eguiguren ha podido llegar a hacer para alcanzar la confianza de la banda.
El caso es que, desde que los enjuagues entre el partido y ETA empezaron a ir mal en 2006 (digamos que el asesinato de 2 personas por la banda ese año abrió alguna duda sobre la capacidad olfativa real de Eguiguren en estas cuestiones), nuestro amigo ha ido teniendo el ceño cada vez más fruncido paulatinamente. Tal y como han ido las cosas después, a estas alturas más que fruncido ya parece directamente plisado en tablas.
Y eso que la banda sacó uno de sus ya habituales comunicados de alto el fuego totales, permantentes, generales y universales justo antes de las elecciones. Menos mal. Claro, que de arrepentirse o disolverse, nada. Es más, esta semana (convenientemente pasadas ya las elecciones generales), ETA ha anunciado la expulsión de 2 militantes díscolos, con la intención de reforzar la disciplina entre sus miembros. Porque desde luego que de entregar las armas, el dinero o aclarar los crímenes todavía no resueltos (más de 300) es que ya ni hablamos, claro.
Es que no me llega la camisa al cuerpo
Bueno, pues volviendo a Eguiguren, lo menos que podemos decir es que está claro que a él la llegada al gobierno del PP no le deja tranquilo. A medida que el relevo en el poder iba pasando desde “probable” hasta “cierto”, nuestro hombre se iba poniendo más y más atacado. El pasado invierno, cuando se iba haciendo evidente que José Luis Rodríguez Zapatero podría no llegar a repetir como candidato a La Moncloa, dejando pues el camino expedito a otras personas menos atadas por compromisos adquiridos, Eguiguren empezó a sudar frío, y se vió impelido a hacer algo.
Así, el 15 de Marzo, nuestro dudoso héroe acudió a las páginas del siempre bien dispuesto diario El País, para publicar una columna criticando “la falta de valentía” de Zapatero, concepto que la peculiar semántica de Eguiguren hace equivaler a la soltura del presidente en el otorgamiento de concesiones a ETA. Pero Zapatero no entró al trapo, siguió adelante con su plan, y el 11 de Abril anunció que, efectivamente, no se presentaría como candidato en las siguientes elecciones generales.
Sin embargo, y quien sabe si tal vez porque comprendía la situación de nervios y azoramiento que podía estar viviendo Eguiguren ante su propia decisión de batirse en retirada, a los 3 días Zapatero decidió el equivalente político de pasar la mano por el lomo al presidente del PSE. De modo que se desplazó al País Vasco a dar un discurso en un mítin del PSOE y, una vez metido en harina, estimó oportuno volverse públicamente hacia Eguiguren para asegurarle: “Jesús, vamos a defender a los que habéis luchado por la paz”.
Es de suponer que lo que Zapatero pretendía era reconfortar a Eguiguren pero claro, resultó inevitable que los demás, que no estamos tan iniciados en esto de los mensajes subliminales del PSOE, nos quedemos un poco perplejos, preguntándonos de qué exactamente tiene Zapatero que defender a Eguiguren, y por qué creía el presidente que era conveniente decirlo en voz alta. ¡Aaah! Misterio.
A grandes males
Pobre Eguiguen. Muy tranquilo no parece que se quedara nuestro amigo después de todo porque, en lugar de permanecer quieto contemplando el inexorable devenir de los acontecimientos, decidió que le convenía ponerse en acción. De modo que en Mayo, ni corto ni perezoso, se metió a dar una entrevista en Radio Euskadi, y no se le ocurrió nada mejor que decir que “no se hundiría el mundo” si Bildu (nueva piel política de los de siempre) gobernase en Guipúzcoa. Ahí queda eso.
Y menos mal que Eguiguren era presidente del PSE y rival político de Bildu, porque no le faltó más que añadir que él mismo iría a votarles. Quien sabe con qué nuevos amigos tal vez podría contar Eguiguren, llegado el caso de que algún día acabase colgado de la brocha. Pues se entiende la utilidad de la maniobra, pero tampoco es que parezca lo que se dice un bálsamo para elevar la moral a la militancia socialista, vamos.
Así las cosas, la situación neurológica de nuestro amigo debió empeorar todavía más cuando, en Septiembre, Zapatero convocó elecciones generales, trasladando la sensación de que tiraba la toalla respecto a qué progresos podrían conseguirse con ETA en los restantes 4 meses de legislatura. Como se pondría el asunto, que Eguiguren decidió que era mejor jugarse su puesto político sacando los pies del tiesto. Esto es llamativo porque los partidos políticos son muy sensibles con estas cosas, y suelen pensar que el sitio de los pies es quietecitos dentro de su magníficamente amueblado tiesto.
El caso es que Bildu (o su satélite Lokarri, vaya) decidió montar una “Conferencia de Paz” (la paz de estos, ya sabéis), con el fin de brindar a ETA un altavoz mediático que les permitiera quedar de guays internacionalmente al anunciar su enésimo cese de asesinatos, justo antes de las elecciones generales recién convocadas. Como ya nos conocemos todos, el PSE decidió no acudir al sarao, el Lehendakari Patxi López siguió adelante con su previsto viaje a EE.UU., e incluso el Consejero de Transportes Iñaki Arriola anunció el 12 de Octubre en la radio que el PSE no acudiría al festival de Bildu.
Pues bien, de nuevo el bueno de Eguiguren estimó conveniente para su salud meterse el correspondiente piscinazo, y ese mismo día anunció que él sí acudiría a la conferencia de marras. Hala, con un par. Y a fe que le salió bien la jugada, porque pocos minutos más tarde, el portavoz del PSE en el parlamento vasco, José Antonio Pastor, dijo aquello de donde dije digo digo Diego, y anunció que el PSE sí que participaría en la conferencia después de todo.
Naturalmente, podéis decidir vosotros mismos si Eguiguren estaba yendo por libre, aprovechando que el partido no podía dar imagen de pelea interna en plena precampaña electoral, y metiendo a todo el mundo en un lío, o por el contrario todo estaba bajo control (porque nosotros, como os imagináis, tenemos el asunto clarinete).
Esta vez te has pasado
A la vista de lo bien que le había ido la jugada, nuestro hombre se creció. Decidió pues escalar el asunto, y sacudir sin contemplaciones en los medios de comunicación a todo el que osara poner objeciones a su personal deseo de que España se jugase lo que hiciera falta para ver si ETA nos hacía la graciosa merced de disolverse. Ante lo cual, naturalmente, os preguntaréis lo mismo que nosotros: ¿A qué tanta prisa? ¿Por qué cuando el PSOE no lo veía tan claro, Eguiguren estaba dispuesto a lo que fuera?
Bueno, pues por la razón que sea (se admiten apuestas), el 19 de Octubre Eguiguren se fue a El Periódico de Catalunya a dar otra entrevista (como no), y ¡toma! Estacazo a Patxi López en todo lo alto de la cabeza. Así es nuestro Eguiguren. Pero se conoce que ya pilló a López un poco harto, y esta vez (ni período pre-electoral, ni vainas), el gran Patxi agarró a los periodistas y puso a Eguiguren en su lugar. En otras palabras, que si quieres guerra la tendrás. Oh, oh, cuidado que te estás columpiando, Eguiguren. Objetivo conseguido: al día siguiente, Eguiguren se fue derechito a los siempre abiertos micrófonos de la televisión pública vasca y pidió disculpas a López.
Una vez descubiertos los límites de la paciencia del partido, y por lo tanto oportunamente calmados los ánimos, uno podría esperar que Eguiguren se hubiese resignado a esperar acontecimientos y, quien sabe, tal vez ponerse a trabajar en un Plan B, por si todo le empezase a salir mal, especialmente después de la barrida que pegó el PP en las elecciones generales del pasado domingo.
Pues efectivamente podría, pero va a ser que no.
El enemigo en casa
Porque hoy tenenemos a Eguiguren de nuevo a lo suyo. Ya que el PSOE no solo parece estar ya harto, sino que también ha perdido las elecciones, parece que ahora le toca al PP, que las ha ganado. Y allá va nuestro llanero solitario: ahora apuesta por romper el pacto con el PP vasco si este no concede privilegios penitenciarios a los etarras encarcelados.
En fin, que así es como la maravillosa gestión de nuestro nunca bien ponderado presidente Zapatero ha dejado su partido y nuestro país. ETA sigue sólidamente financiada, fuertemente armada y públicamente ocupada en asegurar su disciplina organizativa. Bildu ha pulverizado la cuota de poder de Batasuna, y ha alcanzado el control de presupuestos públicos que suman 5.600 MEUR (contra 300 MEUR de su antecesora en su mejor momento). Y para colmo el PSE tiene como presidente a un individuo tan entregado a la causa de las concesiones, que no duda en apuntarse a las movidas de Bildu, criticar al Lehendakari de su propio partido, o jugarse la estabilidad del gobierno vasco de su partido, al disparar contra sus socios de gobierno justo la semana siguiente de que sus rivales de Amaiur (básicamente Bildu con otro nombre más) haya conseguido sus mejores resultados históricos.
Efectivamente, puede que Eguiguren tenga un problema gordo (o no, ya sabéis), que en su caso ya nos enteraremos si es de índole médica o penal, o ambas. Pero hay que reconocer que la habilidad para conseguir que un tipo como él esté sólidamente asentado en la más alta magistratura del PSE, es algo que muy pocos políticos son capaces de conseguir: he ahí la mano del Gran Zapatero. Como decíamos, pocos políticos han sido capaces de dejar una huella tan grande. Tan grande como si les hubiese pisado el pecho un hipopótamo, vamos.
¿Sobrevivirá el partido? Lo veremos. Permaneced atentos a esta pantalla.
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