Ya sabéis que en Japón se está cocinando (strictu sensu) una de las peores catástrofes nucleares de la historia. La Agencia de Seguridad Nuclear francesa acaba de calificarla como de grado 6 en la escala internacional, según la cual solo se ha registrado hasta ahora una situación más grave (de grado 7), la que ocurrió en Chernobil (1986). Los japoneses, que calificaron el accidente como de grado 4 hace unos días, han evitado polemizar sobre este asunto, y con buen criterio.
Ya sabéis que en días anteriores habían estallado los edificios de contención externa de los Reactores 1 y 3, por culpa de la acumulación de hidrógeno. Aunque había escapado algo de radiación (porque los edificios reventados contenían vapor radiactivo), la cosa no era grave en si (como quien dice, puesto que murió una persona en una de las explosiones). Afortunadamente, sin embargo, las vasijas interiores de ambos reactores seguían intactas, y los reactores iban enfriándose poco a poco. Por ejemplo, el Reactor 1 había pasado desde tener un calor residual del 7% hasta el 0,05%. 850 trabajadores se afanaban en terminar el enfriamiento.
Eso hasta hoy. Porque las dos noticias del día son horribles.
Para empezar, la ausencia de refrigeración ha resultado en que se ha calentado el agua de la piscina de reposo del Reactor 4. Ese reactor estaba apagado a la hora del terremoto por motivos de mantenimiento ordinario (menos mal), pero el combustible usado que se guarda en la piscina de reposo debe ser refrigerado, porque sigue desprendiendo bastante calor radiactivamente, hasta unos meses después de ser extraído del reactor.
Al producirse el terremoto, se apagaron inmediatamente los reactores 1, 2 y 3 de la central (que tiene 6 de ellos en total) por motivos de seguridad, y también cortó el suministro eléctrico externo, en este caso por efecto de la devastación telúrica. La situación, que estaba prevista, se resolvió poniendo inmediatamente en funcionamiento los generadores diesel de que dispone la central para emergencias. Sin embargo, el tsunami subsiguiente al propio terremoto, los inundó, inutilizándolos. Al quedarse sin generadores, la planta tuvo que tirar de las baterías que tiene para estos casos extremos, pero que (evidentemente, a la vista de los resultados) son insuficientes para enfriar los 3 reactores recién parados.
Como consecuencia de ello, y mientras los técnicos se volvían locos buscando la forma de enfriar los reactores, el problema del calentamiento de las piscinas de reposo de los reactores 4, 5 y 6 pareció (y de hecho efectivamente era) relativamente menor, de modo que se descuidó su refrigeración.
Lamentablemente, en el caso de la piscina del Reactor 4, que se conoce era el que almacenaba más combustible usado (o combustible usado más activo), la temperatura de la piscina se elevó hasta la ebullición, evaporando el agua y, al secarse el combustible, se originó un incendio. Por no estar la piscina cubierta de especial protección estructural, el incendio produjo una columna de humo radiactivo enormemente venenosa.
Pero eso no es todo. El Reactor 2 de la central de Fukushima Daiichi (donde “dai” quiere decir “número” e “ichi” quiere decir “uno”) ha producido un gran estampido, tras el cual la presión de la vasija que contiene al reactor ha caído súbitamente desde 3 atmósferas hasta 1 (es decir, hasta el nivel de presión atmosférica normal). En otras palabras, que se ha pinchado y se ha escapado el vapor de dentro.
Parece que lo que ha sucedido es que se ha atascado la entrada de agua marina que estaban bombeando al interior del reactor para enfriarlo. Esto ha provocado la evaporación del agua que quedaba en el interior, en la cual están sumergidas las barras de combustible del interior del reactor, para mantenerlas a 800 grados, de forme que estas se han sobrecalentado. Al alcanzar los 3.000 grados, las barras se deforman y se funden, lo cual es muy peligroso. La razón es que la geometría de las barras es crítica en los reactores, puesto que entre ellas deben pasar otras barras, pero de retardante, que son, por así decirlo, el freno del reactor. Por lo tanto, si las barras de combustible se deforman, la reacción puede no perder su freno y acelerarse desbocada, subiendo de temperatura hasta que las barras se derriten y se funden, formando una masa magmática radiactiva. Y eso sí que ya no hay quien lo pare. Es lo que se llama un “derretimiento nuclear” (traducción libre del término inglés “nuclear meltdown”), que fue lo que sucedió en Chernobil.
En el Reactor 2 la cosa no ha llegado tan lejos. Sin embargo, sí es verdad que, como consecuencia del atasco del proceso de bombeo de agua marina, el agua del reactor hirvió y se evaporó, llegando a dejar en un determinado momento completamente descubiertas las barras de combustible (que miden unos 4 metros). Esto hizo aumentar mucho la presión dentro de la vasija, y finalmente ha reventado el toro. El toro es una rosquilla de hormigón construida por debajo del reactor, y conectada por tubos a este, que está medio llena de
agua. La idea es que, en una situación como esta, esos tubos llevan el vapor del reactor hasta debajo del agua del toro, lo cual hace que el vapor se condense y permite disminuir la presión de la vasija.
Si esta solución para regular la presión os parece una chapuza (como bien puede ser el caso), pensad que no estáis solos. En 1972, es decir, al poco de inaugurarse este reactor, el técnico de seguridad de la Comisión de Energía Atómica de EE.UU. Stephen Hanauer ya dijo que este sistema usado por General Electric (llamada “Mark I”, si bien era más barato que las masivas paredes de hormigón reforzado que empleaba la competencia, era un peligro andante. Poco después, 3 ingenieros nucleares de GE dimitieron públicamente de sus prestigiosos (y probablemente lucrativos) puestos en protesta por el mantenimiento de este diseño por su empresa.
En 1985, un análisis de la Comisión Reguladora Nuclear de EE.UU. concluyó que un fallo del toro en caso de fusión del núcleo del reactor, era “bastante probable”. Podéis ver estas conclusiones en este artículo de 1996. Pues bien, eso justamente es lo que ha pasado hoy en el Reactor 2 de Fukushima Daiichi.
Las consecuencias de las noticias de hoy son de las peores. Más allá de que los académicos de de la ASN francesa se hayan apuntado la medalla de ser los primeros en clasificar el incidente de grado 6, resulta que la central atómica está completamente contaminada.
Como efecto del incendio de la piscina de reposo del Reactor 4 y el reventón del Reactor 2, la radiactividad ha aumentado hasta alcanzar más de 8.000 microsieverts (50 es una radiografía potente). La compañía que opera la central, Tepco, ya ha evacuado a 800 de los 850 empleados que se afanaban en controlar el desastre.
Y llega la hora de los héroes. Los 50 técnicos que quedan, como os podréis imaginar, se arriesgan a bastante más que pillar un catarro. Aunque los roten rápidamente, hay una limitación sobre el número de técnicos disponibles (que tengan desapego a la vida), máxime teniendo en cuenta que la central necesita vigilancia las 24 horas, y que debemos suponer que es difícil que el mismo técnico vuelva a la central antes de que pase al menos un período mínimo de alejamiento.
Héroes. Ya lo veis. Y todo por prestar más atención al contable de General Electric que al ingeniero Hanauer. Pues recordad bien qué es lo que estáis viendo en directo, para que podáis contarlo a vuestros bisnietos. Esto no se ve cada día. Honor a ellos.
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