sábado, 20 de febrero de 2010

Política - Pacto para salvar al gobierno

Los aficionados a la política, como los aficinados al deporte, disfrutan con ciertas tradiciones en su espectáculo favorito. Algunas de ellas, como el discurso del Rey en Navidad, tienen más arraigo, pero menor relieve, vienen a ser algo así como el equivalente político de la clásica ciclista de San Sebastián. Otras, sin embargo, vienen a tener la trascendencia y el seguimiento de todo un Real Madrid - Barcelona.

Pues esta ha sido una gran semana para los aficionados a la política, porque se ha producido el gran evento político. El Miércoles ha tenido lugar el debate sobre el pacto de política económica que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha ofrecido a la oposición. La grada a reventar, retransmisión televisiva y radiada, los primeros espadas cara a cara... un espectáculo de primera.

El resumen del partido ha tenido como punto saliente el momento en el cual el líder de la oposición Mariano Rajoy se ha dirigido a la bancada socialista para reclamar que sea el propio PSOE quien retire a Rodríguez Zapatero del gobierno. Esta Gacetilla considera que se ha tratado de una idea de inteligente, puesto que nuestros lectores más asiduos ya saben que nuestra tesis es que será la oposición interna dentro del propio partido la que acabe por forzar al presidente del gobierno a convocar elecciones anticipadas.

Sin embargo, la ejecución de la jugada ha sido torpe, puesto que Rajoy no ha personalizado lo suficiente, no ha parecido dirigirse a personas concretas o grupos dentro del PSOE. En consecuencia, el grupo socialista ha reaccionado de forma compacta. Este error popular ha abierto la defensa del PP, permitiendo a Rodríguez Zapatero lanzar un contraataque fulminante, al pedir a Rajoy que no trate de conseguir que los demás hagan su propio trabajo, y pasar a continuación a acusarle de no tener valor, coraje ni fibra política para lanzar una moción de censura. En otras palabras, gracias al error de Rajoy, Rodríguez Zapatero llegó en dos pases hasta la misma frontal del área popular.

La afición contuvo el aliento, de pie en sus asientos. En ese momento, cegado por la proximidad del balón, el astro popular no pudo levantar la cabeza y recuperar la visión de campo de juego entero, lo cual le costó su segundo error. Porque lo cierto es que, en medio de un importantísimo debate parlamentario sobre una propuesta de consenso formulada por el propio presidente Rodríguez Zapatero, este último, en lugar de intentar convencer y seducir a la oposición como supuestamente pretendía, se había permitido espetar a su rival nada menos que una acusación de falta de valor, de coraje y de... fibra política.

Si en ese momento Rajoy hubiese levantado la cabeza, habría visto como el contraataque socialista había dejado completamente desguarnecida la portería del PSOE. Si Rajoy llega entonces a subir al estrado del Congreso, y tomar el guante lanzado por Rodríguez Zapatero, habría dado la vuelta completamente a la situación.

En este debate, el propósito de Rodríguez Zapatero (gran dominador de los tiempos políticos) no era otro que preparar la publicación, en la segunda quincena de Abril próximo, del dato de crecimiento del PIB del primer trimestre de 2010. Porque ese dato será muy negativo, y además romperá la tendencia a la moderación de las cifras de caída que se ha venido registrando en trimestres anteriores. Ese dato será, con toda probabilidad, el peor de 2010.

Tal y como han quedado las cosas, cuando se publique ese dato, Rodríguez Zapatero podrá hacer entonces una última apelación al consenso. Si el PP acepta, entonces el PSOE podrá atribuir la mejoría de los siguientes datos económicos al preclaro liderazgo del propio presidente. En caso contrario, el PSOE presentará la mejoría como conseguida a pesar de la falta de colaboración de los populares.

No tenía por qué haber quedado así. Imaginad la jugada: Rajoy entra por la banda derecha y sube con una rápida cabalgata hasta el estrado central. Y allí mismo, ante la mirada del público, se revuelve y lanza un imparable cañonazo:

"Señor presidente: usted nos ha traído aquí para hacernos una propuesta de consenso que pudiera arreglar el desastre en el cual usted ha sumido al país. Sin embargo, una vez que ha arrancado el debate, ha utilizado usted el hemiciclo para acusarme de no tener valor, de no tener coraje, de no tener fibra política. Es evidente que usted no quiere pactar, sino que no desea otra cosa que ganar tiempo en su huida hacia adelante, y que no va usted a tomar las medidas que son necesarias para arreglar los problemas que usted ha creado. Por lo tanto, ya no veo qué necesidad hay de seguir debatiendo (Rajoy levanta teatralmente unos folios y los rompe en cuatro trozos). Señor presidente, señores y señoras diputados: En este momento comunico que mi partido, el partido que represento, se niega a colaborar en esta pérdida de tiempo, y por lo tanto anuncio que ¡presentaremos una moción de censura en los próximos 2 meses! (ovación cerrada desde la bancada popular y estupor y murmullos desde el resto de los escaños)"

Si hubiera sucedido eso, los telediarios de la noche habrían abierto con Rodríguez Zapatero haciendo la acusación del coraje a Rajoy, y habrían seguido con el anuncio de una moción de censura. La prensa del día siguiente y las tertulias radiofónicas se volcarían en el pronóstico de las futuras negociaciones del PP con otros partidos para sacar adelante la moción, e inevitablemente acabarían concluyendo que la causa de la osadía popular estriba en la pésima gestión económica del gobierno. De ese modo, Rajoy podría esperar 2 meses, y presentar formalmente la moción justo antes de que se publicase el dato de PIB del primer trimestre, y después utilizar dicho dato para reforzar su discurso sobre la necesidad de un cambio.

Naturalmente, el apoyo de PNV y CiU, que ya tienen decididas sus lealtades, evitaría que la moción de censura prosperase, de eso no hay duda. Y los datos de los siguientes trimestres serán menos malos, pero la fatiga de una recesión que empieza a ser larga, y la creciente evidencia de que la recuperación no tendrá lugar hasta que se haga la mitad del ajuste que todavía falta, jugarían a favor del PP. El PSOE tendría en su contra una espiral viciosa que, en última instancia, aceleraría su desalojo del poder.

Pero no. Nada de eso. Llegado el momento, Rajoy no fue capaz de cortar la jugada de Rodríguez Zapatero quien, superada toda resistencia, marcó un gol por toda la escuadra. Resultado, 1-0 a favor del equipo local.

A medio plazo, este debate será intrascendente. Una vez más, una maniobra cortoplacista del presidente vuelve a dar resultado, pero al final dará igual. La fatiga de la crisis, la necesidad de acometer la segunda mitad del ajuste (que todavía falta), la creciente presión externa de la Eurozona y los mercados de capitales, la creciente oposición dentro del propio PSOE a medida que se confirme el inminente descalabro electoral y, en una palabra, la ruina económica del país, aseguran que en las próximas eleccione habrá cambio de gobierno, a favor del PP, en cualquier caso.

Lo que es seguro es que lamentablemente, la falta de cintura política del capitán del equipo visitante nos va a asegurar que el proceso sea más lento y más doloroso económicamente. Qué le vamos a hacer. Pero ojo, que peor sería que el PP intentase abrir una campaña de fichajes en en el mercado de invierno. Nada de eso, no vaya a retrasarse todavía más el imprescindible relevo en La Moncloa. No sea que también nosotros nos quedemos tan hipnotizados por el balón, que perdamos de vista el campo.

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